salehiisfahani8_Juan Luis DiazQuality Sport ImagesGetty Images_iran protests world cup Juan Luis Diaz/Quality Sport Images/Getty Images

Los conservadores iraníes en la cuerda floja

BLACKSBURG, VIRGINIA – Las protestas masivas que sacuden a Irán desde septiembre —cuando Mahsa Amini, una joven de 22 años, murió mientras estaba en custodia de la policía moral— llegaron a la Copa del Mundo. Antes de perder 6 a 2 contra Inglaterra el mes pasado, el equipo iraní se negó a cantar el himno nacional de la República Islámica y algunos activistas presentes mostraron carteles de protesta y abuchearon al equipo por no abandonar completamente el torneo para demostrar su solidaridad con los cientos de jóvenes iraníes asesinados en las últimas 10 semanas.

El fútbol es, por lejos, el deporte favorito de los iraníes. Que se hayan puesto en contra de su equipo nacional —especialmente después de que le ganaran a los mejor clasificados de Asia— demuestra cuán profunda es la herida que las protestas dejaron en la psiquis del país. Con el crecimiento del movimiento y la difusión de las protestas de Teherán a las provincias, los manifestantes ampliaron sus demandas. De pedir que cesen las hostilidades de la policía moral pronto pasaron a cánticos más duros de «muerte al dictador» (refiriéndose al líder supremo ayatola Alí Jamenei, de 83 años).

Ciertamente, no parece que esta crisis amenace la supervivencia del régimen, los manifestantes carecen de medios para derrocar al gobierno y es poco probable que ocurran escisiones entre los líderes. Afortunadamente para el régimen, sus enemigos externos contribuyen a que las distintas facciones se mantengan unidas. Tanto el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, como el ex —y probablemente, futuro— primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, apoyan las protestas y probablemente sean las dos figuras más vilipendiadas en Irán. Y el historial de Estados Unidos para promover cambios de régimen en Afganistán, Irak, Libia y Siria no es bueno. En el camino quedaron Estados fracasados o profundamente desestabilizados.

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