DUBAI – Las compañías al igual que las personas, envejecen. Empiezan su vida pequeñas y deseosas de sobrevivir. Las impulsan la energía joven y las ideas frescas. Compiten, crecen, maduran y, en última instancia se extinguen, salvo contadas excepciones. Lo mismo sucede con los gobiernos: también pueden perder el impulso y la ambición de la juventud y caen en el conformismo.
DUBAI – Las compañías al igual que las personas, envejecen. Empiezan su vida pequeñas y deseosas de sobrevivir. Las impulsan la energía joven y las ideas frescas. Compiten, crecen, maduran y, en última instancia se extinguen, salvo contadas excepciones. Lo mismo sucede con los gobiernos: también pueden perder el impulso y la ambición de la juventud y caen en el conformismo.