MÚNICH – La pandemia de COVID‑19 es una crisis inédita. En 2020 hundió la economía global en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Pero tras un año de apatía, ahora los hogares y empresas privadas de Europa cuentan con un enorme excedente de efectivo. El uso que se le dé en particular a los ahorros acumulados de los hogares será crucial para la trayectoria de la recuperación pospandemia en el continente.
Las reservas de efectivo de las empresas se crearon con endeudamiento a gran escala, pero el comportamiento de las familias durante la pandemia ha sido prudente: tanto el nivel de deuda como el apalancamiento de los hogares se han mantenido básicamente estables. Las reservas de efectivo (o exceso de ahorro, como se lo suele llamar) de los hogares son resultado de una disminución del gasto (sobre todo, en servicios). Sólo en 2020, la cancelación de salidas a cenar, vacaciones y conciertos acrecentó en 450 000 millones de euros (534 000 millones de dólares) el ahorro de los hogares europeos. Y la reimposición de cuarentenas en la primera mitad de este año puede sumar otros 200 000 millones de euros al total en 2021.
Como sea, Europa iba a experimentar un rebote económico durante este año independientemente de lo que ocurra con el exceso de ahorro. Pero el uso que den los hogares a ese excedente es uno de los factores de los que dependerá la trayectoria futura de la recuperación: un regreso a la senda de crecimiento anterior a la crisis (con las tensiones sociales y reacciones políticas derivadas) o el inicio de una nueva era de prosperidad inclusiva y sostenible.
Es indudable que los hogares dedicarán una parte de lo ahorrado al consumo, conforme la reapertura de las economías en el transcurso del año libere la demanda reprimida. Pero el estímulo puede ser menor a lo que esperan algunos observadores. Para empezar, buena parte del exceso de ahorro se acumuló en hogares más ricos, que han mantenido sus ingresos estables durante la pandemia y tienen una propensión al consumo relativamente baja.
Además, la mayoría de los hogares europeos verán el ahorro resultante de la disminución del consumo como un «shock de riqueza» positivo, cuyo efecto sobre el gasto en el nivel agregado puede ser bastante reducido en la medida en que los hogares no confíen en que sea duradero. En Estados Unidos, en cambio, el exceso de ahorro se basó en gran medida en la generosa provisión estatal de ingresos complementarios a todos los hogares, de modo que el «efecto ingreso» es mayor, sobre todo entre las familias de menores recursos. Así que es razonable suponer que mientras en Europa el exceso de ahorro se concentra en los hogares de altos ingresos, en Estados Unidos está más distribuido (y es por tanto más fácil que se traslade al gasto).
La conclusión es que del ahorro que acumularon los hogares europeos durante la pandemia, es de esperar que sólo un tercio se canalizará al consumo. Esto dará a la recuperación un estímulo bienvenido pero moderado, con impacto limitado y temporal sobre los precios. Por otra parte, un auge irrestricto del consumo puede tener resultados inconvenientes, al provocar desequilibrios macroeconómicos y subas de precios que pueden ser más duraderos e incluso iniciar una espiral inflacionaria en precios y salarios.
At a time of escalating global turmoil, there is an urgent need for incisive, informed analysis of the issues and questions driving the news – just what PS has always provided.
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También es posible imaginar un panorama decididamente negativo. Para empezar, no se puede descartar la «opción por la vivienda», en la que las familias europeas más ricas conviertan el exceso de ahorro en activos inmobiliarios. Este sector de ahorristas tiende a ser más entendido en finanzas y cuenta con más capacidad para invertir en activos ilíquidos. Como la veloz difusión de nuevas modalidades de trabajo híbridas ya está impulsando un aumento de la demanda de viviendas, hay un riesgo evidente de que estos fondos aumenten la efervescencia en el mercado inmobiliario. Las consecuencias, mayoritariamente negativas, incluirían una consolidación de la desigualdad (al quedar una gran parte de la población excluida de acceso al mercado de la vivienda) y un aumento de riesgos financieros.
Lo mismo puede decirse de una «opción por la bolsa», en la que los hogares conviertan los depósitos bancarios en inversiones bursátiles. En este momento, un ingreso acelerado de fondos a los mercados puede ser desestabilizador, sobre todo si muchos inversores minoristas los dedicaran a operaciones especulativas, como en Estados Unidos.
Pero hay una solución conveniente. Usar el ahorro de los hogares para acelerar la modernización y descarbonización de la economía europea traería beneficios a los ahorristas, a los mercados financieros y a los estados miembros de la Unión Europea por igual. Canalizar este excedente de efectivo hacia inversiones a largo plazo del tipo señalado producirá un doble dividendo: los hogares tendrán la posibilidad de obtener buenos rendimientos que fortalezcan sus ahorros para la vejez, y Europa podrá incrementar su potencial de crecimiento económico y crear más oportunidades y empleos para toda la población.
Pero este futuro afortunado no se materializará solo. Sin incentivos adecuados, puede ocurrir que la mayor parte del exceso de ahorro siga ociosa en cuentas bancarias o se dedique a inversiones menos beneficiosas con consecuencias indeseables (medioambientales o en otros sentidos). Por eso las autoridades deben trazar un rumbo correcto para la inversión de estas grandes sumas de efectivo, que permita liberar sus efectos potencialmente positivos.
Una opción particularmente interesante es revitalizar los fondos europeos de inversión a largo plazo (ELTIF por la sigla en inglés), dentro del plan de acción de la Comisión Europea tendiente a fortalecer y completar la unión de mercados de capitales de Europa. Aunque existen hace años, hasta ahora no han tenido mucha repercusión ni han resultado atractivos para los inversores minoristas.
Eso tiene que cambiar. Al fin y al cabo, los ELTIF son una buena idea: ofrecen un instrumento para la inversión segura en activos ilíquidos (startups, proyectos de infraestructura, etc.). Convertirlos en productos financieros atractivos para los inversores minoristas depende básicamente de cuatro cosas: pautas de inversión más flexibles, reglas más adaptables para el rescate de lo invertido, reducir la inversión mínima necesaria y, sobre todo, darles un trato fiscal favorable.
También podría sumarse a lo invertido una subvención estatal directa (digamos, 20 euros por cada 100 invertidos) hasta cierto límite. Sería una iniciativa fácil de entender para la gente y resultaría muy popular. Los fondos necesarios pueden tomarse del programa Next Generation EU (que tiene un presupuesto de 750 000 millones de euros), lo cual sería un modo elegante de aprovechar la eficacia de ese instrumento.
Canalizar el ahorro privado ocioso hacia inversiones a largo plazo favorables a la transformación verde y digital de Europa es esencial para lograr un crecimiento inclusivo y sostenible. Las autoridades deben capitalizar esta oportunidad única e inesperada que la crisis de la pandemia ha puesto ante nosotros.
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By choosing to side with the aggressor in the Ukraine war, President Donald Trump’s administration has effectively driven the final nail into the coffin of US global leadership. Unless Europe fills the void – first and foremost by supporting Ukraine – it faces the prospect of more chaos and conflict in the years to come.
For most of human history, economic scarcity was a constant – the condition that had to be escaped, mitigated, or rationalized. Why, then, is scarcity's opposite regarded as a problem?
asks why the absence of economic scarcity is viewed as a problem rather than a cause for celebration.
MÚNICH – La pandemia de COVID‑19 es una crisis inédita. En 2020 hundió la economía global en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Pero tras un año de apatía, ahora los hogares y empresas privadas de Europa cuentan con un enorme excedente de efectivo. El uso que se le dé en particular a los ahorros acumulados de los hogares será crucial para la trayectoria de la recuperación pospandemia en el continente.
Las reservas de efectivo de las empresas se crearon con endeudamiento a gran escala, pero el comportamiento de las familias durante la pandemia ha sido prudente: tanto el nivel de deuda como el apalancamiento de los hogares se han mantenido básicamente estables. Las reservas de efectivo (o exceso de ahorro, como se lo suele llamar) de los hogares son resultado de una disminución del gasto (sobre todo, en servicios). Sólo en 2020, la cancelación de salidas a cenar, vacaciones y conciertos acrecentó en 450 000 millones de euros (534 000 millones de dólares) el ahorro de los hogares europeos. Y la reimposición de cuarentenas en la primera mitad de este año puede sumar otros 200 000 millones de euros al total en 2021.
Como sea, Europa iba a experimentar un rebote económico durante este año independientemente de lo que ocurra con el exceso de ahorro. Pero el uso que den los hogares a ese excedente es uno de los factores de los que dependerá la trayectoria futura de la recuperación: un regreso a la senda de crecimiento anterior a la crisis (con las tensiones sociales y reacciones políticas derivadas) o el inicio de una nueva era de prosperidad inclusiva y sostenible.
Es indudable que los hogares dedicarán una parte de lo ahorrado al consumo, conforme la reapertura de las economías en el transcurso del año libere la demanda reprimida. Pero el estímulo puede ser menor a lo que esperan algunos observadores. Para empezar, buena parte del exceso de ahorro se acumuló en hogares más ricos, que han mantenido sus ingresos estables durante la pandemia y tienen una propensión al consumo relativamente baja.
Además, la mayoría de los hogares europeos verán el ahorro resultante de la disminución del consumo como un «shock de riqueza» positivo, cuyo efecto sobre el gasto en el nivel agregado puede ser bastante reducido en la medida en que los hogares no confíen en que sea duradero. En Estados Unidos, en cambio, el exceso de ahorro se basó en gran medida en la generosa provisión estatal de ingresos complementarios a todos los hogares, de modo que el «efecto ingreso» es mayor, sobre todo entre las familias de menores recursos. Así que es razonable suponer que mientras en Europa el exceso de ahorro se concentra en los hogares de altos ingresos, en Estados Unidos está más distribuido (y es por tanto más fácil que se traslade al gasto).
La conclusión es que del ahorro que acumularon los hogares europeos durante la pandemia, es de esperar que sólo un tercio se canalizará al consumo. Esto dará a la recuperación un estímulo bienvenido pero moderado, con impacto limitado y temporal sobre los precios. Por otra parte, un auge irrestricto del consumo puede tener resultados inconvenientes, al provocar desequilibrios macroeconómicos y subas de precios que pueden ser más duraderos e incluso iniciar una espiral inflacionaria en precios y salarios.
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También es posible imaginar un panorama decididamente negativo. Para empezar, no se puede descartar la «opción por la vivienda», en la que las familias europeas más ricas conviertan el exceso de ahorro en activos inmobiliarios. Este sector de ahorristas tiende a ser más entendido en finanzas y cuenta con más capacidad para invertir en activos ilíquidos. Como la veloz difusión de nuevas modalidades de trabajo híbridas ya está impulsando un aumento de la demanda de viviendas, hay un riesgo evidente de que estos fondos aumenten la efervescencia en el mercado inmobiliario. Las consecuencias, mayoritariamente negativas, incluirían una consolidación de la desigualdad (al quedar una gran parte de la población excluida de acceso al mercado de la vivienda) y un aumento de riesgos financieros.
Lo mismo puede decirse de una «opción por la bolsa», en la que los hogares conviertan los depósitos bancarios en inversiones bursátiles. En este momento, un ingreso acelerado de fondos a los mercados puede ser desestabilizador, sobre todo si muchos inversores minoristas los dedicaran a operaciones especulativas, como en Estados Unidos.
Pero hay una solución conveniente. Usar el ahorro de los hogares para acelerar la modernización y descarbonización de la economía europea traería beneficios a los ahorristas, a los mercados financieros y a los estados miembros de la Unión Europea por igual. Canalizar este excedente de efectivo hacia inversiones a largo plazo del tipo señalado producirá un doble dividendo: los hogares tendrán la posibilidad de obtener buenos rendimientos que fortalezcan sus ahorros para la vejez, y Europa podrá incrementar su potencial de crecimiento económico y crear más oportunidades y empleos para toda la población.
Pero este futuro afortunado no se materializará solo. Sin incentivos adecuados, puede ocurrir que la mayor parte del exceso de ahorro siga ociosa en cuentas bancarias o se dedique a inversiones menos beneficiosas con consecuencias indeseables (medioambientales o en otros sentidos). Por eso las autoridades deben trazar un rumbo correcto para la inversión de estas grandes sumas de efectivo, que permita liberar sus efectos potencialmente positivos.
Una opción particularmente interesante es revitalizar los fondos europeos de inversión a largo plazo (ELTIF por la sigla en inglés), dentro del plan de acción de la Comisión Europea tendiente a fortalecer y completar la unión de mercados de capitales de Europa. Aunque existen hace años, hasta ahora no han tenido mucha repercusión ni han resultado atractivos para los inversores minoristas.
Eso tiene que cambiar. Al fin y al cabo, los ELTIF son una buena idea: ofrecen un instrumento para la inversión segura en activos ilíquidos (startups, proyectos de infraestructura, etc.). Convertirlos en productos financieros atractivos para los inversores minoristas depende básicamente de cuatro cosas: pautas de inversión más flexibles, reglas más adaptables para el rescate de lo invertido, reducir la inversión mínima necesaria y, sobre todo, darles un trato fiscal favorable.
También podría sumarse a lo invertido una subvención estatal directa (digamos, 20 euros por cada 100 invertidos) hasta cierto límite. Sería una iniciativa fácil de entender para la gente y resultaría muy popular. Los fondos necesarios pueden tomarse del programa Next Generation EU (que tiene un presupuesto de 750 000 millones de euros), lo cual sería un modo elegante de aprovechar la eficacia de ese instrumento.
Canalizar el ahorro privado ocioso hacia inversiones a largo plazo favorables a la transformación verde y digital de Europa es esencial para lograr un crecimiento inclusivo y sostenible. Las autoridades deben capitalizar esta oportunidad única e inesperada que la crisis de la pandemia ha puesto ante nosotros.
Traducción: Esteban Flamini