benami202_Burak KaraGetty Images_erdogan Burak Kara/Getty Images

El islamista pragmático turco

TEL AVIV – ¿Qué implica el tercer mandato, sin precedentes, del presidente Recep Tayyip Erdoğan para la política exterior turca? No mucho. De hecho, incluso si la oposición hubiera ganado, solo hubiera cambiado el estilo, pero no lo sustancial. Para Turquía, lograr un equilibrio pragmático entre sus obligaciones como miembro de la OTAN y las relaciones de trabajo con Rusia y China es un imperativo cultural y estratégico inevitable.

Erdoğan puede ser un autócrata islamista con mecha corta, pero en términos del papel de Turquía en el mundo es indudablemente práctico. Desde hace mucho se dirige a los votantes frustrados con ataques periódicos a Occidente, promocionando el «euroasianismo» que tradicionalmente ha sido el grito de guerra de la extrema izquierda en Turquía. Además, en una época de realineamiento mundial, decidió que lo mejor para Turquía es cubrir sus apuestas relacionándose con los antagonistas de Occidente.

Pero Erdoğan —quien a principios de su presidencia dio pasos significativos para cumplir con los criterios de ingreso a la Unión Europea— sabe que a su país también le conviene evitar alienar a Estados Unidos y Europa. Abandonar la OTAN, desconectarse de Europa y unirse a la facción «antiimperialista» liderada por Rusia y China nunca fue una opción para la Turquía posotomana.

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