zizek33_CRISTINA ALDEHUELAAFP via Getty Images_agbogbloshie Cristina Aldehuela/AFP via Getty Images

Todos somos biomasa

LIUBLIANA – En un artículo reciente, el filósofo Michael Marder mira más allá del horror inmediato de lo que está ocurriendo en Gaza para considerar las implicancias ontológicas de lo que vemos en las imágenes a larga distancia de las ruinas tomadas con drones. Permítanme citarlo en detalle:

“… Gaza se transformó rápidamente en un basural, donde edificios altos y cuerpos humanos, ecosistemas y huertos quedaron mutilados de manera irreconocible y reducidos a restos orgánicos e inorgánicos. Una solidaridad con vidas, lugares y mundos que quedaron convertidos en escombros requiere de algo más que compasión. ¿Pero qué podría ser?”

La respuesta de Marder es proponer “otro tipo de solidaridad basada en la condición compartida de biomasa”. Decir “yo soy biomasa” es “identificarse con una vida en extinción”, ver a Gaza como “una versión condensada y particularmente descarnada de una tendencia planetaria”. La transformación de toda la vida en simple biomasa -parvas caóticas de materia orgánica e inorgánica- puede percibirse en todas partes, pero se ha visto “acelerada en Gaza a la vanguardia de las tecnologías más recientes de devastación. Más que compasión, entonces, lo que hace falta es la solidaridad de los desechados, que se animen a aseverar “Somos biomasa”.

Esta noción de biomasa se hace eco de una observación del filósofo Levi Bryant: “En una era en la que nos enfrentamos a la amenaza inminente de un cambio climático monumental, es irresponsable trazar distinciones de manera tal que queden excluidos los actores no humanos”. Sin embargo, en las sociedades capitalistas de hoy, los esfuerzos por movilizar a una gran mayoría de la gente en nombre de nuestra condición ecológica compartida fracasan sistemáticamente. Todos sabemos que somos parte de la naturaleza y que dependemos plenamente de ella para nuestra supervivencia, pero este reconocimiento no se traduce en acción. El problema es que nuestras opciones y nuestra perspectiva están influenciadas por muchas otras fuerzas, como información periodística sesgada, presiones económicas sobre los trabajadores, limitaciones materiales y demás.

En su libro de 2010, Vibrant Matter (Materia vibrante), la filósofa Jane Bennett nos hace imaginar un basural contaminado, donde no solo seres humanos sino también basura en descomposición, gusanos, insectos, máquinas abandonadas, venenos químicos y demás juegan algún rol activo. Esta escena de biomasa existe en el mismo espectro que la situación en Gaza, aunque esta última es un caso extremo. En todo el mundo, existen numerosos espacios físicos amplios, especialmente fuera del Occidente desarrollado, donde se vierten “desechos digitales”, y donde miles de personas trabajan separando vidrio, metales, plástico, teléfonos móviles y otros materiales fabricados por el hombre que provienen de las parvas caóticas. A una zona marginal de este tipo, Agbogbloshie, cerca del centro de Accra (la capital de Ghana), se la conoce como “Sodoma y Gomorra”.

La vida en estos contextos es un espectáculo de terror. Las comunidades que viven allí están organizadas de manera estricta y jerárquica, y los niños son obligados a hacer el trabajo más peligroso, bajo condiciones extremadamente riesgosas. Sin embargo, como esta explotación de la biomasa parece ecológicamente atractiva (bajo la consigna de “reciclaje”), responde perfectamente a las demandas de la tecnología moderna: “En la era tecnológica”, escribe el filósofo Mark Wrathall, “lo que más nos importa es hacer ‘el mayor uso posible’ de todo”.

PS Events: Climate Week NYC 2024
image (24)

PS Events: Climate Week NYC 2024

Project Syndicate is returning to Climate Week NYC with an even more expansive program. Join us live on September 22 as we welcome speakers from around the world at our studio in Manhattan to address critical dimensions of the climate debate.

Register Now

Al final de cuentas, el objetivo de utilizar los recursos con moderación, del reciclaje y demás es maximizar el uso de todo. Los productos finales del capitalismo son pilas de basura -computadoras, autos, televisores, videocaseteras y cientos de aviones en desuso que han encontrado un “lugar de descanso” final en el desierto de Mojave-. La idea de un reciclaje total (en el que cada desecho se vuelve a utilizar) es el máximo sueño capitalista, aunque -o en especial- cuando se lo presenta como una manera de mantener el equilibrio natural de la Tierra. Es un testimonio más de la capacidad del capitalismo para apropiarse de ideologías que parecen opuestas a él.

Sin embargo, lo que diferencia a la explotación de la biomasa de la lógica capitalista es que acepta un yermo caótico como nuestro dilema esencial. Aunque esta condición se puede explotar parcialmente, nunca se la puede abolir. Como señala Marder, la biomasa es nuestro nuevo hogar; somos biomasa. Es una fantasía pensar que este tipo de contextos se pueden dejar atrás y que se los puede reemplazar por vida en algún entorno “natural” idílico y ecológicamente sustentable. Hemos perdido irremediablemente esa salida fácil. Deberíamos aceptar nuestro único hogar y trabajar dentro de sus confines, quizá descubriendo una nueva armonía debajo de lo que parece una parva caótica.

Esto nos exigirá estar abiertos a la belleza objetiva de los diferentes niveles de realidad (seres humanos, animales, ruinas, edificios en decadencia) y rechazar un ordenamiento jerárquico de las experiencias estéticas. ¿Estamos listos para esto? Si no es así, estamos verdaderamente perdidos.

https://prosyn.org/291HYdaes