POTSDAM – Más de 600 ciudades han anunciado medidas para enfrentar el cambio climático, y más de 680 de las mayores multinacionales del planeta se han comprometido a reducir las emisiones de gases de invernadero para avanzar con el acuerdo climático de París de 2015. Estas autoridades y líderes empresariales responden a una creciente demanda pública por que se adopten medidas contra el cambio climático, ejemplificada vívidamente por huelgas escolares y otras manifestaciones masivas a lo largo del año pasado. Pero el cambio climático es solo una de las muchas crisis urgentes e íntimamente interrelacionadas que amenazan las bases mismas del bienestar humano.
Si bien pocos ponen en duda la necesidad de luchar contra el cambio climático, los sistemas de biodiversidad, suelo, aire, océanos y agua dulce del planeta también se ven cada vez más amenazados. Estos sistemas naturales interactúan con el clima y determinan las condiciones ambientales de toda la Tierra. Si estas condiciones se siguen deteriorando, quedarán en peligro las vidas y sustentos de millones de personas, especialmente en el Sur Global.
Por esta razón, por primera vez en la historia, las autoridades y la comunidad científica deben considerar el grado en que las fuerzas de origen humano amenazan las benignas condiciones que han permitido el florecimiento de las sociedades por más de 10.000 años. Nos encontramos en el punto álgido de un riesgoso cambio planetario en que los sistemas naturales de la Tierra pasarán de absorber los efectos transitorios de las actividades humanas a intensificarlos.
Peor aún, ya podemos decir con certeza que el abandono gradual del consumo de combustibles fósiles, si bien necesario, no bastará para cumplir el objetivo del acuerdo de París de mantener las temperaturas globales por debajo de los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales. Necesitaremos además salvaguardar el buen funcionamiento de los sistemas naturales, desde las regiones polares a los bosques, pasando por las grandes praderas y los mares. Para hacerlo, tendremos que adoptar objetivos comunes basados en criterios científicamente definidos para todo el sistema del planeta Tierra.
Las compañías y las ciudades se dan cada vez más cuenta de esto, y han demostrado su disposición a reducir su huella de carbono. Por ejemplo, después de los devastadores incendios en la cuenca del Amazonas de este año, 230 inversionistas institucionales, representando $16,2 billones en recursos gestionados, llamaron a las empresas con cadenas de suministro vinculadas a estos ecosistemas vulnerables a adoptar nuevas medidas contra la deforestación. Sin embargo, si bien el acuerdo de París ha establecido objetivos cuantitativos y con respaldo científico para enfrentar el cambio climático, son escasos los objetivos internacionales específicos para preservar el resto de los recursos comunes, y hay muy pocos mecanismos para traducirlos a estándares significativos para los diferentes países, empresas y ciudades.
Como una forma de respuesta a esto, hemos organizado la primera Comisión de la Tierra, que definirá objetivos con base científica para mantener un planeta estable y resiliente. Tras ello, utilizaremos nuestras conclusiones para determinar metas prácticas para ciudades (en las que ya vive casi la mitad de la población mundial) y las empresas.
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Convocada por la organización de estudios globales Future Earth, con el apoyo del Instituto Potsdam de Estudios sobre el Impacto Climático y el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicado, la Comisión de la Tierra reúne a cerca de 20 científicos de disciplinas naturales y sociales que gozan de un alto reconocimiento internacional.
Tras su primera reunión cerca de Washington, DC en noviembre, estos expertos serán un elemento de una “coalición de los dispuestos” más amplia, compuesta por organizaciones no gubernamentales, empresas y gobiernos, organizados por la Global Commons Alliance.
La Comisión de la Tierra dedicará los próximos tres años a compilar una síntesis de alto nivel de conocimientos sobre los procesos que regulan la estabilidad del planeta y sustentan los sistemas terrestres, hídricos y oceánicos que hacen posible la biodiversidad y la vida. También producirá una síntesis científica sobre las transformaciones sociales necesarias para sustentar el desarrollo de sociedades humanas en el marco de un espacio de funcionamiento planetario seguro.
El trabajo de la comisión proveerá la evidencia necesaria para que otro miembro de la coalición, la Red de Objetivos con Base Científica (SBTN, por sus siglas en inglés) desarrolle su trabajo. Compuesta por instituciones ambientales y ONG líderes, la SBTN fijará objetivos específicos y realistas para las empresas y las ciudades, ayudándoles a reducir su impacto ambiental y comenzar a restablecer los sistemas naturales.
En los ámbitos donde entidades de negociación intergubernamentales –como las Convenciones de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad Biológica, la Lucha contra la Desertificación y el Derecho Marítimo- ya estén trabajando para establecer objetivos con base científica, la coalición apoyará ese trabajo. Con respecto a las ciudades y compañías, la coalición traducirá los objetivos generales en metas específicas y realizables. El objetivo es lograr que la adopción de tales objetivos sea la nueva práctica estándar para todas las empresas y ciudades para el año 2025.
Colaborando con diversos medios de comunicación para impulsar un cambio cultural amplio, esperamos generar una movilización masiva de cerca de 100 millones de “guardianes planetarios” en todo el mundo. Serán los encargados de presionar para que en todos los niveles del gobierno y la sociedad se adopten medidas medioambientales.
En su conjunto, estas iniciativas serán las piezas de una empresa ambiciosa y verdaderamente transformadora. Ahora es el momento de convertir la inminente crisis de los recursos comunes globales en una oportunidad para todos.
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World order is a matter of degree: it varies over time, depending on technological, political, social, and ideological factors that can affect the global distribution of power and influence norms. It can be radically altered both by broader historical trends and by a single major power's blunders.
examines the role of evolving power dynamics and norms in bringing about stable arrangements among states.
Donald Trump has left no doubt that he wants to build an authoritarian, illiberal world order based on traditional spheres of influence and agreements with other illiberal leaders. The only role that the European Union plays in his script is an obstacle that must be pushed aside.
warns that the European Union has no place in Donald Trump’s illiberal worldview.
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POTSDAM – Más de 600 ciudades han anunciado medidas para enfrentar el cambio climático, y más de 680 de las mayores multinacionales del planeta se han comprometido a reducir las emisiones de gases de invernadero para avanzar con el acuerdo climático de París de 2015. Estas autoridades y líderes empresariales responden a una creciente demanda pública por que se adopten medidas contra el cambio climático, ejemplificada vívidamente por huelgas escolares y otras manifestaciones masivas a lo largo del año pasado. Pero el cambio climático es solo una de las muchas crisis urgentes e íntimamente interrelacionadas que amenazan las bases mismas del bienestar humano.
Si bien pocos ponen en duda la necesidad de luchar contra el cambio climático, los sistemas de biodiversidad, suelo, aire, océanos y agua dulce del planeta también se ven cada vez más amenazados. Estos sistemas naturales interactúan con el clima y determinan las condiciones ambientales de toda la Tierra. Si estas condiciones se siguen deteriorando, quedarán en peligro las vidas y sustentos de millones de personas, especialmente en el Sur Global.
Por esta razón, por primera vez en la historia, las autoridades y la comunidad científica deben considerar el grado en que las fuerzas de origen humano amenazan las benignas condiciones que han permitido el florecimiento de las sociedades por más de 10.000 años. Nos encontramos en el punto álgido de un riesgoso cambio planetario en que los sistemas naturales de la Tierra pasarán de absorber los efectos transitorios de las actividades humanas a intensificarlos.
Peor aún, ya podemos decir con certeza que el abandono gradual del consumo de combustibles fósiles, si bien necesario, no bastará para cumplir el objetivo del acuerdo de París de mantener las temperaturas globales por debajo de los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales. Necesitaremos además salvaguardar el buen funcionamiento de los sistemas naturales, desde las regiones polares a los bosques, pasando por las grandes praderas y los mares. Para hacerlo, tendremos que adoptar objetivos comunes basados en criterios científicamente definidos para todo el sistema del planeta Tierra.
Las compañías y las ciudades se dan cada vez más cuenta de esto, y han demostrado su disposición a reducir su huella de carbono. Por ejemplo, después de los devastadores incendios en la cuenca del Amazonas de este año, 230 inversionistas institucionales, representando $16,2 billones en recursos gestionados, llamaron a las empresas con cadenas de suministro vinculadas a estos ecosistemas vulnerables a adoptar nuevas medidas contra la deforestación. Sin embargo, si bien el acuerdo de París ha establecido objetivos cuantitativos y con respaldo científico para enfrentar el cambio climático, son escasos los objetivos internacionales específicos para preservar el resto de los recursos comunes, y hay muy pocos mecanismos para traducirlos a estándares significativos para los diferentes países, empresas y ciudades.
Como una forma de respuesta a esto, hemos organizado la primera Comisión de la Tierra, que definirá objetivos con base científica para mantener un planeta estable y resiliente. Tras ello, utilizaremos nuestras conclusiones para determinar metas prácticas para ciudades (en las que ya vive casi la mitad de la población mundial) y las empresas.
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Tras su primera reunión cerca de Washington, DC en noviembre, estos expertos serán un elemento de una “coalición de los dispuestos” más amplia, compuesta por organizaciones no gubernamentales, empresas y gobiernos, organizados por la Global Commons Alliance.
La Comisión de la Tierra dedicará los próximos tres años a compilar una síntesis de alto nivel de conocimientos sobre los procesos que regulan la estabilidad del planeta y sustentan los sistemas terrestres, hídricos y oceánicos que hacen posible la biodiversidad y la vida. También producirá una síntesis científica sobre las transformaciones sociales necesarias para sustentar el desarrollo de sociedades humanas en el marco de un espacio de funcionamiento planetario seguro.
El trabajo de la comisión proveerá la evidencia necesaria para que otro miembro de la coalición, la Red de Objetivos con Base Científica (SBTN, por sus siglas en inglés) desarrolle su trabajo. Compuesta por instituciones ambientales y ONG líderes, la SBTN fijará objetivos específicos y realistas para las empresas y las ciudades, ayudándoles a reducir su impacto ambiental y comenzar a restablecer los sistemas naturales.
En los ámbitos donde entidades de negociación intergubernamentales –como las Convenciones de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad Biológica, la Lucha contra la Desertificación y el Derecho Marítimo- ya estén trabajando para establecer objetivos con base científica, la coalición apoyará ese trabajo. Con respecto a las ciudades y compañías, la coalición traducirá los objetivos generales en metas específicas y realizables. El objetivo es lograr que la adopción de tales objetivos sea la nueva práctica estándar para todas las empresas y ciudades para el año 2025.
Colaborando con diversos medios de comunicación para impulsar un cambio cultural amplio, esperamos generar una movilización masiva de cerca de 100 millones de “guardianes planetarios” en todo el mundo. Serán los encargados de presionar para que en todos los niveles del gobierno y la sociedad se adopten medidas medioambientales.
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Traducido del inglés por David Meléndez Tormen