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China debe controlar a los gobiernos locales

BEIJING – En general, se considera que la descentralización de la toma de decisiones del gobierno central y su traspaso a las autoridades locales es una de las reformas más efectivas de China en materia de políticas en los últimos 40 años. En tanto las prioridades del Partido Comunista pasaron de la lucha de clases al desarrollo económico, la descentralización resultó ser un enorme catalizador para el crecimiento.

En comparación con el sistema de planificación central, los gobiernos locales estaban mejor preparados para adaptar las decisiones económicas a las condiciones locales. Los gobiernos locales, además, estaban mejor posicionados para facilitar la actividad económica en un mercado subdesarrollado e, inclusive, proteger los derechos de propiedad y coordinar las transacciones comerciales.

Una vez que se afianzó la reforma, los gobiernos subnacionales compitieron ferozmente para lograr un crecimiento económico acelerado. Hay estudios que demuestran una correlación positiva entre las oportunidades de progreso de los líderes locales y el crecimiento del PIB de sus jurisdicciones. Los alcaldes actuaban como CEO de las economías municipales y todos los niveles de gobierno local implementaban programas de promoción de las inversiones, ofreciendo un amplio rango de subsidios a los potenciales inversores. Como resultado de ello, los gobiernos locales fueron cruciales para el despegue económico de China. 

Pero descentralización no es lo mismo que liberalización de mercado, aunque en un principio efectivamente permita obtener réditos en materia de eficiencia. El poder para asignar recursos sigue en manos del gobierno, aunque del local más que del nacional.

Transformar las municipalidades en agencias que ejercían funciones tanto gubernamentales como comerciales fue, en cierta medida, un acuerdo transicional. Y funcionó durante un tiempo, especialmente durante los primeros 30 años de la reforma, cuando los mercados de China no funcionaban de manera apropiada. Pero ese período llegó a su fin. Hoy, los gobiernos locales, probablemente, sean la mayor fuente de distorsión de mercado y riesgo financiero en China.

Por ejemplo, las municipalidades obtienen un porcentaje sustancial de sus ingresos de la venta de tierra urbana de propiedad del estado, cuyas ganancias van exclusivamente a los gobiernos locales. Este es uno de los principales factores detrás de la creciente burbuja inmobiliaria de China y de los riesgos financieros asociados. Asimismo, los líderes locales muchas veces gastan gran parte de estos ingresos en proyectos de vanidad -parques, salas de conciertos y aeropuertos- que rara vez se terminan utilizando del todo.

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Los gobiernos locales también promueven el desarrollo de industrias orientado por el gobierno central. En el caso de la energía verde, por ejemplo, intentan atraer empresas ofreciendo reducciones impositivas, acceso a crédito subsidiado y un libre uso de la tierra. Pero, en lugar de superar los cuellos de botella tecnológicos, esta política industrial localizadaprincipalmente sirve para expandir la capacidad de producción.

Para colmo de males, los gobiernos locales muchas veces desalientan a las empresas en dificultades a cerrar, preocupados por el empleo local y los estándares de vida. Esta estrategia para la “promoción de la inversión” inclina el campo de juego, distorsiona la asignación de recursos, reduce la calidad de los productos y exacerba el problema de la sobrecapacidad.

Quizá lo más preocupante sea que el gigantesco volumen de deuda de los gobiernos locales, que representaba el 32% del PIB chino en 2023, es un importante riesgo financiero. El punto de partida de este peligroso apalancamiento excesivo fue el desfasaje entre los recursos fiscales de los gobiernos locales y sus responsabilidades de gasto. 

Para que el dinero alcanzara, los gobiernos locales privados de efectivo adoptaron esquemas de ingresos innovadores, uno de los cuales fue el vehículo de inversión de los gobiernos locales. Pero si bien los gobiernos locales se endeudaban en el mercado, los inversores consideraban solo la capacidad del gobierno central de pagar la deuda. Esto permitió que los gobiernos locales se endeudaran y gastaran a tasas insostenibles.

China puede implementar una mayor reforma económica solo si logra controlar a sus gobiernos locales. El Tercer Plenario del 20 Congreso del Partido que acaba de concluir reiteró el compromiso del país de permitir que el mercado desempeñe un papel decisivo en la asignación de recursos, resaltando, al mismo tiempo, la necesidad de remediar las fallas de mercado. Regular el comportamiento de los gobiernos locales es un paso crucial en esta dirección.  

Con ese objetivo, el Plenario detalló varias reformas, como la estandarización de los programas de promoción de las inversiones para prohibir subsidios industriales impropios, y una mayor supervisión de la gestión de deuda de los gobiernos locales. Pero implementar estos cambios no será fácil. El gobierno chino necesitará una determinación extraordinaria y un diseño de políticas hábil a fin de reducir la deuda de los gobiernos locales, redistribuir las responsabilidades de gasto y gestionar los riesgos financieros.

Tres principios deberían guiar este proceso. Primero, los gobiernos locales deberían abstenerse de intervenir en la asignación de recursos y la formación de precios, que deberían estar guiadas por los mercados y las empresas. Segundo, el gobierno central debería gestionar todas las políticas industriales y fiscales, sin imponer responsabilidades de gasto adicionales a los gobiernos subnacionales. Por último, las autoridades locales deberían centrarse más en las funciones de gobierno básicas, como construir infraestructura, brindar servicios públicos, mantener el orden social y corregir las fallas de mercado.

Estos cambios, de implementarse, serían un gran avance a la hora de respaldar un crecimiento económico robusto en China y cumplir con el objetivo del gobierno chino de construir una economía de mercado socialista avanzada.

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