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El potencial del nexo IA-clima-energía

ABU DABI – Hace seis meses, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) celebrada en Dubái, el mundo trascendió las divisorias geopolíticas (algo que pocos creían posible) y se unió detrás de un plan realista, el denominado Consenso de los EAU, para promover la prosperidad sostenible y hacer frente a la amenaza del cambio climático. Unos 200 gobiernos y todos los sectores de la economía global acordaron una serie de medidas prácticas y con base científica que permitan un crecimiento económico descarbonizado manteniendo el objetivo de 1,5 °C dentro de nuestro alcance.

La clave del acuerdo fue su inclusividad: no se excluyó a nadie, no se marginó a ninguna industria, no se descartó ninguna solución. Y a la hora de ponerlo en práctica, también es necesario apelar a todos los recursos que permitan acelerar los avances. En concreto, esto implica hacer uso de la inteligencia artificial, una tecnología que promete tener un impacto amplio y transformador en la transición energética y sumar siete billones de dólares al PIB mundial en los próximos diez años.

El potencial de la IA en la lucha contra el cambio climático es innegable. Esta tecnología, en veloz evolución, puede imprimir otro ritmo al progreso, mediante el rediseño de procesos industriales, la optimización de los sistemas de transporte, la maximización de la eficiencia energética y una reducción masiva de las emisiones. También fortalecerá nuestra capacidad de adaptación, por medio de innovaciones en agricultura, seguridad hídrica y atención de la salud.

Pero el desarrollo de la IA llevará necesariamente a un aumento de la demanda de energía. Para resolver la contradicción entre el alto consumo de electricidad de la IA y su potencial para acelerar una transición justa será necesario que empresas tecnológicas y del sector de la energía cooperen en formas nuevas y creativas.

Hay aquí motivos para el optimismo. La IA ya está mejorando la eficiencia en numerosas industrias. A través de AIQ (un emprendimiento tecnológico conjunto con G42 y Presight), la Abu Dhabi National Oil Company (ADNOC) ha combinado el mantenimiento predictivo con herramientas de aprendizaje automático para evitar hasta un millón de toneladas de emisiones de dióxido de carbono en apenas un año. Otras empresas de la energía están usando redes neurales para prever patrones meteorológicos y para prevenir grandes fluctuaciones de consumo, con el objetivo de mitigar los problemas que generan las fuentes renovables en lo referido a la variabilidad del suministro y el almacenamiento de la energía.

En ciencia de los materiales, hay investigadores que usan la IA para identificar estructuras moleculares óptimas para la captura de carbono. En agricultura (otro sector con consumo intensivo de energía), la tecnología ha servido para analizar micronutrientes, mejorar los rendimientos de las cosechas y lograr una reducción de hasta el 40% en el consumo de agua. Se prevé que en los próximos cinco a diez años la IA haga posibles grandes avances en el área de la producción de energía mediante fusión, hidrógeno y generación nuclear modular, en el almacenamiento en baterías por tiempo prolongado y en soluciones climáticas que todavía son inimaginables.

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Pero la otra cara del potencial transformador de la IA es un consumo insaciable de energía, que genera presión adicional sobre un sistema energético que ya está sobreexigido. Desde 2019, las emisiones de las mayores empresas de IA se han incrementado alrededor del 30%. Se prevé que en 2030 la demanda mundial de energía para centros de datos crezca un 160% (ya que esta tecnología exige enormes cantidades de procesamiento); y las nuevas operaciones podrían consumir tanta electricidad como Canadá, con una consiguiente duplicación de las emisiones de dióxido de carbono. Resolver el faltante de energía no será fácil, ya que en la actualidad ninguna fuente por separado es capaz de satisfacer semejante salto en la demanda.

Las grandes empresas tecnológicas han comenzado a colaborar con sus pares del sector de la energía para dar una respuesta decidida a este problema. En mayo, Microsoft y Brookfield firmaron un acuerdo para el desarrollo de 10,5 gigavatios de capacidad renovable de aquí a 2030. Masdar (principal empresa de los Emiratos Árabes Unidos en el sector de las fuentes de energía renovables) va camino de cuadruplicar su capacidad hasta 100 gigavatios en 2030 y está explorando oportunidades para proveer electricidad limpia al sector tecnológico. También hay un aumento de la inversión en centros de datos impulsados por energía nuclear, aunque su construcción llevará décadas. Entretanto, para hacer frente al aumento de la demanda, se necesitarán hasta 200 000 millones de metros cúbicos de gas natural (el combustible fósil con menor emisión de carbono) por año, además de importantes inversiones en la infraestructura de redes mundial.

Para resolver estos problemas y hacer realidad los beneficios potenciales de la IA es esencial adoptar una mirada holística. Con ese objetivo he decidido convocar un «Majlis de Hacedores de Cambio» (un majlis es un tipo de reunión tradicional para el intercambio de perspectivas diversas) que tendrá lugar en Abu Dabi en noviembre, para hablar de relación entre la IA y la transición energética. Dirigentes empresariales de los sectores de la energía y tecnológico, formuladores de políticas, inversores y organizaciones de la sociedad civil se reunirán para reimaginar la relación entre la energía, la IA y el crecimiento económico inclusivo.

Los EAU tienen un historial comprobado en provisión responsable de energía. En vista de nuestro compromiso con el desarrollo sostenible y de nuestro surgimiento como líderes en IA (con plataformas de inversión como MGX, desarrolladores de infraestructuras como G42, y el megamodelo de lenguaje más grande y de más rápido crecimiento en la región, Falcon), tenemos mucho entusiasmo por reunir a todas las partes interesadas para hablar de una cuestión de profunda importancia para toda la humanidad. Tendiendo un puente entre la energía y la IA podemos facilitar la puesta en práctica del Consenso de los EAU y, al hacerlo, aprovechar la mayor oportunidad económica desde la Primera Revolución Industrial.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/GeUPBaces