ROMA – Después de seis meses y tras la muerte de decenas de miles de personas, la hambruna en Somalia -provocada por la peor sequía de los últimos 60 años- ha terminado. Pero África continúa sufriendo una crisis de mayor magnitud.
En el Cuerno de África –Somalia, Djibouti, Etiopía, Kenya, Sudán del Sur y Sudán- unos 14,6 millones de niños, mujeres y hombres siguen sin tener alimentos suficientes. Mientras que hacia el oeste, en los países del Sahel -Níger, Chad, Mali, Burkina Faso y Mauritania-, otros 14 millones viven bajo esa misma amenaza.
Todavía peor, existe un riesgo elevado de que la hambruna de Somalia se reproduzca a menos que se lleven a cabo actuaciones coordinadas y a largo plazo. No podemos evitar las sequías, pero podemos tratar de evitar que se conviertan en hambrunas.
En poco más de una década, el Cuerno de África ha sufrido tres sequías, seguidas de graves crisis. En cada ocasión, la comunidad internacional acordó que se necesitaban actuaciones a largo plazo para evitar otra tragedia. Pero cada vez, cuando finalmente llegaban las lluvias, las buenas intenciones mundiales se desvanecían.
Debemos asegurarnos que esto no sucede de nuevo, uniendo nuestras fuerzas para erradicar el hambre en la región de una vez por todas. No hacerlo sería doblemente trágico, ya que la pérdida de vidas humanas y el sufrimiento serían absolutamente innecesarios: como nos enseña el fin de la hambruna en Somalia, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y sus socios han comenzado a hacer que las cosas cambien.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA), UNICEF, la FAO y las ONGs internacionales cuentan ahora con programas de respuesta de emergencia que se basan no solamente en el reparto de alimentos e insumos, como en el pasado, sino también programas de dinero por trabajo y de cupones alimentarios. Esto permite a las familias comprar alimentos a nivel local, lo que les ayuda a permanecer cerca de sus hogares, al tiempo que se estimula la recuperación económica y la rehabilitación de las infraestructuras locales necesarias para la producción agrícola y ganadera.
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Los métodos de estas organizaciones ayudan a las personas que necesitan alimentos con urgencia, pero también les ayudan a mejorar sus medios de subsistencia y crear capacidad de resistencia para sobrellevar crisis futuras. Por ejemplo, los campesinos en las regiones somalíes de Bay y Shabelle aprovecharon las recientes lluvias y la ayuda suministrada por la FAO y otros organismos para doblar su producción de maíz y sorgo y lograr su cosecha más abundante en muchos años.
La comunidad mundial debe continuar implementando estos enfoques si desea contener y prevenir futuras crisis. Incluso en el punto álgido de la hambruna, algunos campesinos de Somalia cultivaban y vendían con éxito sus productos. Ello fue posible ya que, antes de la crisis, la FAO había utilizado programas de dinero por trabajo para ayudarles a reconstruir el sistema de riego local y lograr que contaran con semillas de alta calidad y elevado rendimiento.
Pero producir alimentos no es suficiente. Los campesinos pobres pueden lograr cosechas récord, pero a menos que cuenten con carreteras para transportar sus productos y mercados en los que puedan venderse, seguirán siendo pobres y vulnerables. Y obviamente, si nadie tiene dinero para comprar lo que producen, sus esfuerzos serán en vano. Por este motivo resulta de enorme importancia estimular tanto el suministro local como la demanda.
Inyectar liquidez en las economías locales puede ayudarles a prosperar. Pero la gente en las comunidades rurales necesita mucho más para llevar vidas productivas y que les permitan realizarse: redes sociales de seguridad básicas, escuelas, sanidad, sistemas eficaces de gestión de riesgo y seguridad personal.
La FAO renueva su compromiso para liberar a África del hambre. Pero este objetivo se encuentra obviamente fuera del alcance de cualquier organización internacional o gobierno por si solos. Alcanzar este objetivo requerirá alianzas entre los gobiernos, los organismos regionales, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado.
Vincular la ayuda de emergencia con las medidas a largo plazo puede suponer una vía para salir de las crisis prolongadas y volver a la senda del desarrollo sostenible. Ampliando el esfuerzo actual, la agricultura puede también convertirse en un factor clave para establecer la paz y la estabilidad en el Cuerno de África: condiciones esenciales para el crecimiento y la prosperidad.
Las sequías no se pueden prever. Pero el hambre y la hambruna sí…Es impensable que la comunidad internacional tolere que se sigan produciendo.
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The Norwegian finance ministry recently revealed just how much the country has benefited from Russia's invasion of Ukraine, estimating its windfall natural-gas revenues for 2022-23 to be around $111 billion. Yet rather than transferring these gains to those on the front line, the government is hoarding them.
argue that the country should give its windfall gains from gas exports to those on the front lines.
At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
ROMA – Después de seis meses y tras la muerte de decenas de miles de personas, la hambruna en Somalia -provocada por la peor sequía de los últimos 60 años- ha terminado. Pero África continúa sufriendo una crisis de mayor magnitud.
En el Cuerno de África –Somalia, Djibouti, Etiopía, Kenya, Sudán del Sur y Sudán- unos 14,6 millones de niños, mujeres y hombres siguen sin tener alimentos suficientes. Mientras que hacia el oeste, en los países del Sahel -Níger, Chad, Mali, Burkina Faso y Mauritania-, otros 14 millones viven bajo esa misma amenaza.
Todavía peor, existe un riesgo elevado de que la hambruna de Somalia se reproduzca a menos que se lleven a cabo actuaciones coordinadas y a largo plazo. No podemos evitar las sequías, pero podemos tratar de evitar que se conviertan en hambrunas.
En poco más de una década, el Cuerno de África ha sufrido tres sequías, seguidas de graves crisis. En cada ocasión, la comunidad internacional acordó que se necesitaban actuaciones a largo plazo para evitar otra tragedia. Pero cada vez, cuando finalmente llegaban las lluvias, las buenas intenciones mundiales se desvanecían.
Debemos asegurarnos que esto no sucede de nuevo, uniendo nuestras fuerzas para erradicar el hambre en la región de una vez por todas. No hacerlo sería doblemente trágico, ya que la pérdida de vidas humanas y el sufrimiento serían absolutamente innecesarios: como nos enseña el fin de la hambruna en Somalia, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y sus socios han comenzado a hacer que las cosas cambien.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA), UNICEF, la FAO y las ONGs internacionales cuentan ahora con programas de respuesta de emergencia que se basan no solamente en el reparto de alimentos e insumos, como en el pasado, sino también programas de dinero por trabajo y de cupones alimentarios. Esto permite a las familias comprar alimentos a nivel local, lo que les ayuda a permanecer cerca de sus hogares, al tiempo que se estimula la recuperación económica y la rehabilitación de las infraestructuras locales necesarias para la producción agrícola y ganadera.
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La comunidad mundial debe continuar implementando estos enfoques si desea contener y prevenir futuras crisis. Incluso en el punto álgido de la hambruna, algunos campesinos de Somalia cultivaban y vendían con éxito sus productos. Ello fue posible ya que, antes de la crisis, la FAO había utilizado programas de dinero por trabajo para ayudarles a reconstruir el sistema de riego local y lograr que contaran con semillas de alta calidad y elevado rendimiento.
Pero producir alimentos no es suficiente. Los campesinos pobres pueden lograr cosechas récord, pero a menos que cuenten con carreteras para transportar sus productos y mercados en los que puedan venderse, seguirán siendo pobres y vulnerables. Y obviamente, si nadie tiene dinero para comprar lo que producen, sus esfuerzos serán en vano. Por este motivo resulta de enorme importancia estimular tanto el suministro local como la demanda.
Inyectar liquidez en las economías locales puede ayudarles a prosperar. Pero la gente en las comunidades rurales necesita mucho más para llevar vidas productivas y que les permitan realizarse: redes sociales de seguridad básicas, escuelas, sanidad, sistemas eficaces de gestión de riesgo y seguridad personal.
La FAO renueva su compromiso para liberar a África del hambre. Pero este objetivo se encuentra obviamente fuera del alcance de cualquier organización internacional o gobierno por si solos. Alcanzar este objetivo requerirá alianzas entre los gobiernos, los organismos regionales, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado.
Vincular la ayuda de emergencia con las medidas a largo plazo puede suponer una vía para salir de las crisis prolongadas y volver a la senda del desarrollo sostenible. Ampliando el esfuerzo actual, la agricultura puede también convertirse en un factor clave para establecer la paz y la estabilidad en el Cuerno de África: condiciones esenciales para el crecimiento y la prosperidad.
Las sequías no se pueden prever. Pero el hambre y la hambruna sí…Es impensable que la comunidad internacional tolere que se sigan produciendo.