MONTREAL – A medida que el mundo se vuelve más interconectado va creciendo la demanda de transporte aéreo; se espera que en los próximos años entren en funcionamiento más de 30.000 nuevas aeronaves. Pero para que este aumento se sostenga sin agravar el calentamiento global, debemos reducir rápidamente las emisiones de CO2 del sector aéreo, que son considerables y no están cubiertas por el acuerdo climático de París, firmado en diciembre pasado por más de 190 países.
Afortunadamente, hoy es el momento perfecto para ir deshaciendo el vínculo entre las emisiones de la aviación y el aumento del transporte aéreo. Tras décadas de negociaciones, los representantes de 191 países reunidos en Montreal esta semana para la Sesión 39 de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) de las Naciones Unidas, han llegado a consenso para un acuerdo climático específico del sector aeronáutico.
El nuevo marco de la OACI apunta a un “crecimiento neutro en materia de emisiones de carbono” en la aviación internacional de 2020 en adelante, y su pieza central es la medición global de mercado (GMBM, por sus siglas en inglés) para ayudar a las aerolíneas a limitar de manera asequible sus emisiones netas a los niveles de 2020. Cuando se implemente, será el primer tope a las emisiones de carbono de una industria global que no implique un aumento evidente de los costes para los consumidores. Y las aerolíneas comprarán reducciones de emisiones a otros sectores económicos, canalizando de esta manera miles de millones de dólares hacia el desarrollo con bajas emisiones de carbono en todo el mundo.
Durante los primeros seis años el nuevo marco se aplicará solamente a los vuelos entre países que lo hayan adoptado voluntariamente, lo que significa que la OACI deberá fomentar una participación adecuada en el programa para que sea eficaz. Este enfoque optativo tiene sus críticos, pero no viene al tema plantearse si un programa se califica como “voluntario” u “obligatorio”, ya que por lo general los acuerdos internacionales se aplican solamente a países soberanos que han decidido ser parte de ellos.
Cerca de 64 países ya han manifestado su disposición a firmarlo, representando en conjunto cerca del 80% del aumento esperado de las emisiones in CO2 más allá de los niveles de 2020. No es el 100%, pero es un excelente comienzo, y podemos esperar que más países se unan al ver que otros cosechan los beneficios de un desarrollo con bajas emisiones de carbono.
Las mismas aerolíneas darán la bienvenida a un marco global coherente que establezca índices de cumplimiento claros y predecibles, más que un mosaico de normas diferentes de país en país y complejas operaciones internacionales. Para reducir los costes del cumplimiento, y puesto que la sostenibilidad ambiental es ahora un elemento competitivo clave tanto para los clientes como los inversores, es probable que las aerolíneas sugieran a los países en los que operan que participen en el programa de la OACI.
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El nuevo acuerdo representa una inmensa oportunidad de evitar la emisión de 2,5 mil millones de toneladas de CO2 en los primeros 15 años o, a grandes rasgos, el equivalente a sacar de las carreteras 35 millones de coches cada año de aplicación del programa. Asimismo, impulsará a grandes fabricantes como Boeing, Airbus, Bombardier y Embraer (que ya están invirtiendo en aeronaves más silenciosas y eficientes en el uso del combustible, así como en mejoras a la eficiencia para los modelos ya existentes) a desarrollar tecnologías más ecológicas que les permitan comprar menos bonos de compensación de emisiones.
Sin embargo, el marco decidido en Montreal no está completo y hay que definir detalles cruciales con rapidez, de modo que las aerolíneas puedan comenzar a planear cómo cumplirán los nuevos objetivos ambientales.
Los países desarrollados ya han ofrecido ayudar a poner en práctica el GMBM, que se espera allane el camino para las inversiones en economías emergentes que se están convirtiendo en nuevas potencias aeronáuticas. Si los países pueden dar el salto por sobre las antiguas tecnologías, es posible que se conviertan en nuevos líderes del transporte aéreo con un consumo inteligente del carbono. Deberían aprovechar la oportunidad que se les presenta y unirse al marco de la OACI para que sus fabricantes tengan por delante un camino claro y previsible.
En las conversaciones de la cumbre climática de París del año pasado pudimos ver el poder de la acción colectiva para dar respuesta al cambio climático. Al menos 187 países (grandes y pequeños, desarrollados y en desarrollo) anunciaron objetivos de reducción de las emisiones en los meses previos a la conferencia, generando con ello el impulso necesario para llegar al histórico acuerdo.
Seguiremos teniendo ese impulso en los próximos meses, cuando el acuerdo climático de París se vaya poniendo en vigencia (más rápido de lo que nunca se creyera posible). El acuerdo de la OACI es la nueva oleada en la lucha internacional contra el cambio climático. Si se implementan juntos, ambos acuerdos aumentarán nuestras posibilidades de elevar el crecimiento económico de manera sostenible. Si limpiamos hoy nuestra huella de carbono, las futuras generaciones de viajeros aéreos de todos los países podrán ver un planeta sano desde sus ventanillas.
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Sixteen months of congressional inaction in the United States has left Ukrainian forces exhausted and short on ammo. Although America has now finally enacted another package of financial and military aid, the best that the Ukrainians can hope for is another stalemate, rather than another major offensive against Russian lines.
explains how an additional $61 billion in aid and arms will, and will not, change the course of the war.
Although the US has abandoned its policy of engagement with China, the strategy of great-power competition that has replaced it does not preclude cooperation in some areas. A good analogy is a soccer match, where two teams battle fiercely but abide by certain rules and boundaries, kicking only the ball, rather than each other.
identifies seven areas where the two countries can still work together toward mutually beneficial outcomes.
MONTREAL – A medida que el mundo se vuelve más interconectado va creciendo la demanda de transporte aéreo; se espera que en los próximos años entren en funcionamiento más de 30.000 nuevas aeronaves. Pero para que este aumento se sostenga sin agravar el calentamiento global, debemos reducir rápidamente las emisiones de CO2 del sector aéreo, que son considerables y no están cubiertas por el acuerdo climático de París, firmado en diciembre pasado por más de 190 países.
Afortunadamente, hoy es el momento perfecto para ir deshaciendo el vínculo entre las emisiones de la aviación y el aumento del transporte aéreo. Tras décadas de negociaciones, los representantes de 191 países reunidos en Montreal esta semana para la Sesión 39 de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) de las Naciones Unidas, han llegado a consenso para un acuerdo climático específico del sector aeronáutico.
El nuevo marco de la OACI apunta a un “crecimiento neutro en materia de emisiones de carbono” en la aviación internacional de 2020 en adelante, y su pieza central es la medición global de mercado (GMBM, por sus siglas en inglés) para ayudar a las aerolíneas a limitar de manera asequible sus emisiones netas a los niveles de 2020. Cuando se implemente, será el primer tope a las emisiones de carbono de una industria global que no implique un aumento evidente de los costes para los consumidores. Y las aerolíneas comprarán reducciones de emisiones a otros sectores económicos, canalizando de esta manera miles de millones de dólares hacia el desarrollo con bajas emisiones de carbono en todo el mundo.
Durante los primeros seis años el nuevo marco se aplicará solamente a los vuelos entre países que lo hayan adoptado voluntariamente, lo que significa que la OACI deberá fomentar una participación adecuada en el programa para que sea eficaz. Este enfoque optativo tiene sus críticos, pero no viene al tema plantearse si un programa se califica como “voluntario” u “obligatorio”, ya que por lo general los acuerdos internacionales se aplican solamente a países soberanos que han decidido ser parte de ellos.
Cerca de 64 países ya han manifestado su disposición a firmarlo, representando en conjunto cerca del 80% del aumento esperado de las emisiones in CO2 más allá de los niveles de 2020. No es el 100%, pero es un excelente comienzo, y podemos esperar que más países se unan al ver que otros cosechan los beneficios de un desarrollo con bajas emisiones de carbono.
Las mismas aerolíneas darán la bienvenida a un marco global coherente que establezca índices de cumplimiento claros y predecibles, más que un mosaico de normas diferentes de país en país y complejas operaciones internacionales. Para reducir los costes del cumplimiento, y puesto que la sostenibilidad ambiental es ahora un elemento competitivo clave tanto para los clientes como los inversores, es probable que las aerolíneas sugieran a los países en los que operan que participen en el programa de la OACI.
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Sin embargo, el marco decidido en Montreal no está completo y hay que definir detalles cruciales con rapidez, de modo que las aerolíneas puedan comenzar a planear cómo cumplirán los nuevos objetivos ambientales.
Los países desarrollados ya han ofrecido ayudar a poner en práctica el GMBM, que se espera allane el camino para las inversiones en economías emergentes que se están convirtiendo en nuevas potencias aeronáuticas. Si los países pueden dar el salto por sobre las antiguas tecnologías, es posible que se conviertan en nuevos líderes del transporte aéreo con un consumo inteligente del carbono. Deberían aprovechar la oportunidad que se les presenta y unirse al marco de la OACI para que sus fabricantes tengan por delante un camino claro y previsible.
En las conversaciones de la cumbre climática de París del año pasado pudimos ver el poder de la acción colectiva para dar respuesta al cambio climático. Al menos 187 países (grandes y pequeños, desarrollados y en desarrollo) anunciaron objetivos de reducción de las emisiones en los meses previos a la conferencia, generando con ello el impulso necesario para llegar al histórico acuerdo.
Seguiremos teniendo ese impulso en los próximos meses, cuando el acuerdo climático de París se vaya poniendo en vigencia (más rápido de lo que nunca se creyera posible). El acuerdo de la OACI es la nueva oleada en la lucha internacional contra el cambio climático. Si se implementan juntos, ambos acuerdos aumentarán nuestras posibilidades de elevar el crecimiento económico de manera sostenible. Si limpiamos hoy nuestra huella de carbono, las futuras generaciones de viajeros aéreos de todos los países podrán ver un planeta sano desde sus ventanillas.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen