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Un año para actuar

OXFORD – Esperemos que 2019 sea el año en que comience a invertirse la tendencia histórica. En 2018, las divisiones intra e internacionales no dejaron de profundizarse. Y a la par de la transformación que las tensiones geopolíticas y el tribalismo político han provocado en las relaciones internacionales y en la política nacional, nuevas tecnologías trastocan viejos supuestos sobre la seguridad, la política y la economía. Esto se complica todavía más por la creciente interdependencia de nuestras sociedades. Todos estamos cada vez más sujetos a fuerzas que escapan al control de cualquier país, ciudad o persona por separado (sobre todo en lo referido al cambio climático).

Cuánto cambió en tres décadas. Allá por 1989, el colapso del bloque soviético parecía augurar el triunfo de los principios y valores de la democracia liberal. La creación ese mismo año de la World Wide Web prometía una nueva era de florecimiento para la humanidad y de cooperación internacional. Todavía en los primeros años de este siglo se repetían consignas osadas como que “la distancia ha muerto” y “la Tierra es plana”.

Pero en vez de aplanar la Tierra, la globalización la ha vuelto más montañosa y despareja. Hoy más que nunca, el código postal determina las perspectivas, la expectativa de vida y el destino de las personas. En vez de reemplazar los ideales nacionales con valores compartidos, la globalización llevó a una competencia feroz, a la decadencia de los estados de bienestar y a la corrosión de las instituciones internacionales. Y aunque técnicamente hay más democracias hoy que en 1989, muchas se están volviendo más iliberales.

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