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Tensión demagógica y crecimiento constitucional

CAMBRIDGE – Estados Unidos está viviendo un período extraordinariamente convulsivo en su historia. Donald Trump ha reformado la presidencia estadounidense y su comportamiento en contra de las normas ha puesto profundamente a prueba la Constitución de EE. UU. Ha generado tensión en puntos de vulnerabilidad constitucional, especialmente cuando se trata de normas judicialmente no exigibles de respeto a la realidad basada en los hechos, para la toma de decisiones ordenada, y para la independencia en las investigaciones y querellas.

La llegada de Trump al poder también ha planteado interrogantes sobre algunas de las disposiciones más sólidamente afianzadas de la Constitución. Su victoria en 2016 resaltó los peligros que plantea el Colegio Electoral frente a las cambiantes realidades demográficas. Ahora su presidencia está poniendo a prueba la viabilidad del proceso de juicio político para hacer frente a un demagogo que ha capturado la maquinaria de todo un partido político y controla una de las cámaras del Congreso.

Hay quienes sostienen que la presidencia de Trump no representa más que un mero «problema pasajero» en la historia estadounidense. La jueza Ruth Bader Ginsburg cree que los historiadores considerarán nuestro momento actual como una simple «aberración». Otros han sugerido ideas similares, e indican que la cuestión del impacto de Trump a largo plazo sobre la política y la sociedad estadounidenses todavía está por discutirse. El arco de la de la historia es largo, por lo que esas discusiones —y esta presidencia— se verán mucho más pequeñas en el espejo retrovisor que ahora.

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