MONTREAL – Es fácil olvidar que, durante mucho tiempo —mucho antes de que Google y Facebook se enfrentaran con el gobierno australiano el mes pasado—, no existía un modelo de negocios probado para Internet. Es por eso, después de todo, que estalló la burbuja de las puntocoms. Pero luego Google y Facebook encontraron la forma de convertir su mayor activo, los datos de los usuarios, en un producto lucrativo: publicidad dirigida a los consumidores con una precisión y sutileza que la televisión tradicional y los avisos impresos nunca podrían lograr.
MONTREAL – Es fácil olvidar que, durante mucho tiempo —mucho antes de que Google y Facebook se enfrentaran con el gobierno australiano el mes pasado—, no existía un modelo de negocios probado para Internet. Es por eso, después de todo, que estalló la burbuja de las puntocoms. Pero luego Google y Facebook encontraron la forma de convertir su mayor activo, los datos de los usuarios, en un producto lucrativo: publicidad dirigida a los consumidores con una precisión y sutileza que la televisión tradicional y los avisos impresos nunca podrían lograr.