NUEVA YORK – En el transcurso del mes pasado, el gobernador de California, Gavin Newsom, vetó un proyecto de ley de seguridad de la inteligencia artificial, y la Real Academia Sueca de Ciencias le entregó el Premio Nobel de Química a David Baker, profesor de la Universidad de Washington, y a Demis Hassabis y John M. Jumper, empleados de la subsidiaria DeepMind de Google y de su empresa derivada Isomorphic Labs. Tal vez parezca que estos dos episodios tienen poco en común, pero juntos sugieren que externalizar el futuro de la humanidad a corporaciones privadas que maximizan el lucro es algo a celebrar.
NUEVA YORK – En el transcurso del mes pasado, el gobernador de California, Gavin Newsom, vetó un proyecto de ley de seguridad de la inteligencia artificial, y la Real Academia Sueca de Ciencias le entregó el Premio Nobel de Química a David Baker, profesor de la Universidad de Washington, y a Demis Hassabis y John M. Jumper, empleados de la subsidiaria DeepMind de Google y de su empresa derivada Isomorphic Labs. Tal vez parezca que estos dos episodios tienen poco en común, pero juntos sugieren que externalizar el futuro de la humanidad a corporaciones privadas que maximizan el lucro es algo a celebrar.