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La pandemia del miedo

SOFÍA – «Así, pues, lo primero que la peste trajo a nuestros conciudadanos fue el exilio», dice el narrador en La peste de Albert Camus. En estos días entendemos claramente qué quiso decir. Una sociedad en cuarentena es literalmente una «sociedad cerrada» en la que todos, excepto los trabajadores esenciales, ponen sus vidas en pausa. Cuando la gente está aislada en sus hogares y es perseguida por el miedo, el aburrimiento y la paranoia, una de las pocas actividades que continúan es la discusión del virus y la forma en que puede transformar el mundo del mañana.

En este nuevo mundo, muchos gobiernos (benevolentes y no tanto) siguen de cerca a dónde vamos y con quiénes nos reunimos, decididos a protegernos de nuestra propia imprudencia y la de nuestros conciudadanos. El contacto con otras personas se convirtió en una amenaza a la propia existencia; en muchos países, un paseo no autorizado por el parque puede conllevar multas o incluso la cárcel, y el contacto físico no consensuado se ha convertido en sinónimo de una especie de traición social.

Como observó Camus, la peste borra «lo que la vida de cada persona tiene de original» porque aumenta la conciencia de su vulnerabilidad e incapacidad de planificar para el futuro. Es como si la Muerte se hubiera mudado a la casa de al lado. Después de una epidemia, todos los que quedan pueden proclamarse «sobrevivientes».

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