fischer187_Lintao ZhangGetty Images_xi jinping Lintao ZhangGetty Images

La odisea en reversa de Xi

BERLÍN – Ciertos cambios trascendentales ensombrecen intensamente las perspectivas para China. Su sistema político pronto se embarcará en una profunda reforma, pendiente solo de la aprobación final (prácticamente, una formalidad) del congreso del Partido Comunista de China (PCCh) el año que viene. El presidente Xi Jinping, presidente del partido y «navegante» del país, fijó un nuevo curso y abandonó el principio del liderazgo colectivo. Xi está apartando a China de la senda que había seguido Deng Xiaoping después del terror de la Revolución Cultural, para regresar a un sistema absolutista unipersonal por tiempo indefinido, como el de Mao Zedong.

Desde una perspectiva occidental estos cambios pueden parecer triviales. Después de todo, el monopolio político del PCCh se mantiene intacto, sin posibilidad de una democratización genuina. Pero para China —que pronto será la mayor economía del mundo y una de las dos superpotencias de este siglo (junto con Estados Unidos)— estos hechos recientes indican el regreso a un pasado desastroso. Elevar formalmente a Xi a la misma estatura de Mao implica una transición desde el autoritarismo hacia la dictadura personal. Dado el gigantesco aumento del poder y la importancia estratégica de China desde el gobierno de Mao, este cambio tendrá consecuencias de gran alcance para el resto de mundo.

Por el momento, el PCCh parece haber logrado combinar su sistema monopartidista con el consumismo al estilo occidental. La ideología comunista fue empujada hacia un segundo plano por la prosperidad masiva y la riqueza individual, lo que dio como resultado un sistema híbrido exitoso que combina elementos tanto de una economía de mercado como de una economía estatal, todo bajo el control único y absoluto del PCCh.

https://prosyn.org/oZLkV0nes