

Many argue that the combined effects of the 2008 global financial crisis, the COVID-19 pandemic, Sino-American decoupling, and Russia’s war against Ukraine have dealt an irreversible blow to three decades of open trade and burgeoning supply chains. How should policymakers and businesses respond to the apparent demise of globalization, and what new paradigm might replace it?
MADRID – El orden mundial –y en particular su aparente ausencia– es hoy tema candente. El cuestionamiento obsesivo del futuro de las estructuras políticas y los sistemas globales nos asaetea en noticias, conferencias, desde la red y los programas televisivos de mayor audiencia.
Cunde la ansiedad. Se percibe una mutación: nuevos actores emergen en el escenario global, las otrora sacrosantas normas de conducta internacional son abiertamente violadas o cuestionadas, y una nueva ola de progreso tecnológico afecta a industrias y sectores enteros de la economía. Esta búsqueda de ordenación y certeza es un impulso natural en tiempos de cambios acelerados. Vagamos desazonados buscando pistas sobre hacia dónde evoluciona el mundo y qué papel vamos a desempeñar en él.
Identificar el camino mejor o más práctico resulta vital en estas circunstancias. Y el análisis del coste-beneficio y el pensamiento estratégico han de basarse en elementos fiables. El problema surge, así, cuando nuestro anhelo por la certidumbre sobrepasa lo racional conduciendo ideas y actos por sendas improductivas, o incluso peligrosas.
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