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¿Qué deben hacer las empresas?

CHICAGO – Con el aumento de las preocupaciones por la desigualdad económica, las comunidades relegadas, la discriminación y el cambio climático derivadas de la pandemia de la COVID-19, hay una creciente presión sobre las empresas para que se ocupen de algo más que vender buenos artilugios a precios asequibles. En respuesta al cambio en el humor del público, la Mesa Redonda de Negocios de EE. UU. declaró el año pasado que «cada uno de los interesados es fundamental. Nuestro compromiso es crear valor para todos ellos, para el éxito futuro de nuestras empresas, nuestras comunidades y nuestro país».

Pero esta forma de encarar la cuestión no es útil. Los objetivos declarados de una empresa deben ayudarla a tomar decisiones. Si todas las partes interesadas son fundamentales, ninguna lo es. En su intento por agradar a todos, la Mesa Redonda de Negocios probablemente termine sin gustarle a nadie. Los datos recientes incluso sugieren que las empresas que firmaron la declaración sobre el «capitalismo de los interesados» del grupo exhibieron una mayor tendencia a despedir trabajadores en respuesta a la pandemia y una menor propensión a donar para las actividades de asistencia.

Aun así, ¿está equivocada la visión centrada en los accionistas que propugnaba el economista y premio Nobel Milton Friedman? La lógica de Friedman se basaba en que, como los administradores de las empresas son empleados por los accionistas, su obligación es maximizar los beneficios —y, por lo tanto, el precio de las acciones— a lo largo del tiempo. Aunque este enfoque fue ampliamente adoptado por los ejecutivos de las empresas en Estados Unidos y el Reino Unido durante los últimos 50 años, su lógica básica se entendió mal. Para muchos observadores, la idea de que las empresas deben favorecer a los inversores millonarios a expensas de los trabajadores a largo plazo es atroz.

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