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Presupuesto para hoy, buena salud pública para mañana

FAIRFIELD COUNTY, CONNECTICUT – Debido a la continua amenaza de la COVID-19 y al aumento de casos de viruela del mono sumados a las epidemias crónicas, la solidez y capacidad de respuesta de los sistemas de salud pública es hoy más importante que nunca. Además de mejorar la gestión de la información (algo que mencioné en un comentario anterior), debemos invertir de manera sostenida en el personal de salud pública y capacitarlo.

La salud pública sufrió siempre una crónica falta de financiamiento —en parte, porque los beneficios sociales y económicos de la inversión en la atención preventiva son difíciles de cuantificar o resultan directamente invisibles al ojo no entrenado—. Los éxitos en la contención de brotes de enfermedades y la reducción de las tasas de mortalidad suelen pasar desapercibidos. Desafortunadamente suele hacer falta un fracaso gigantesco en la prevención para que los responsables de las políticas y la gente reconozcan que hay que mejorar la preparación.

Los estadounidenses gastan mucho más en atención médica que la gente en otros países con riqueza similar; sin embargo, su expectativa de vida es menor, tienen tasas más elevadas de enfermedades crónicas y mortalidad materna, y menos médicos por habitante. La falta de inversión en salud pública en EE. UU. es uno de los principales motivos. Los investigadores dedicados a los tratamientos contra el cáncer pueden acceder a muchos más fondos que quienes trabajan en su prevención.

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