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¿Ha dañado Estados Unidos la campaña de vacunación contra el COVID-19 en África?

LONDRES – La reciente decisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos con respecto a limitar el uso de la vacuna Johnson & Johnson (J&J) contra el COVID-19 en adultos que no pueden o no quieren recibir otra vacuna tendrá profundas consecuencias para los países africanos. La FDA dijo que su medida reflejaba el riesgo de que dicha vacuna podría causar un raro síndrome de coagulación de la sangre. Sin embargo, esta decisión muestra que para las principales autoridades sanitarias mundiales (incluso después de dos años de pandemia) no consideran las necesidades de las personas en los países de ingresos bajos y medios, y aquellas en países africanos en particular, ya que siguen siendo algo en lo que piensan al último y por añadidura.

La restricción de la FDA no se fundamenta en nueva evidencia, sino que refleja una abundancia de precaución dentro de un país que tiene una tasa de vacunación de COVID-19 relativamente alta y cuenta con una amplia disponibilidad de vacunas alternativas. Estados Unidos ha vacunado a más del 65% de su población contra el COVID-19, predominantemente con vacunas de Pfizer y Moderna. Sólo el 8% ha recibido la vacuna J&J. Por lo tanto, la decisión de la FDA tendrá pocas repercusiones de importancia dentro de Estados Unidos.

En África, en cambio, la vacuna J&J es ampliamente utilizada. Según un análisis del Instituto Tony Blair para el Cambio Global, hasta ahora se han administrado 42 millones de dosis de J&J en países africanos. El hecho de que esta vacuna requiera una sola inyección la hace muy adecuada en el escenario de limitaciones logísticas y de capacidad que enfrentan muchos países más pobres, y es la vacuna de elección en gran parte del continente.

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