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Desacople destructivo

MILÁN – En el transcurso del pasado año, la trayectoria de las relaciones sino-norteamericanas se ha vuelto indiscutible: Estados Unidos y China van camino a un desacople sustancial, aunque no completo. Lejos de resistirse a este desenlace, ambas partes hoy parecen haber aceptado que esto resultará en un juego básicamente de no cooperación, al punto de que lo están incorporando en sus marcos de políticas. ¿Pero qué conllevará, exactamente, el desacople y cuáles serán sus consecuencias?

Del lado norteamericano, las cuestiones de seguridad nacional han llevado a la creación de una lista extensa -que sigue creciendo- de restricciones a las exportaciones de tecnología y a las inversiones en China, así como a otros canales a través de los cuales la tecnología se desplaza por el mundo. Para mejorar el impacto de la estrategia, Estados Unidos intenta asegurarse -inclusive mediante la amenaza de implementar sanciones- de que otros países se sumen a sus esfuerzos. 

Esta estrategia podría haberse topado con una resistencia, inclusive en Europa, de no haber sido por la guerra en Ucrania. El conflicto parece haber vuelto a afianzar las relaciones transatlánticas, después de unos años conflictivos. Y si bien China no ha abandonado su postura oficialmente neutral en la guerra, ha mantenido su compromiso con la “alianza sin límites” con Rusia, que el presidente chino, Xi Jinping, reafirmó en su reciente visita de tres días a Moscú.

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