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Los guardianes constitucionales de Gran Bretaña vuelven al ataque

LONDRES – La constitución de Estados Unidos no es “un pacto suicida”, escribió el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos Robert H. Jackson. Para el primer ministro británico, Boris Johnson, en cambio, la constitución no codificada del Reino Unido puede terminar siéndolo –al menos para su carrera política-. Luego de una decisión unánime de la Corte Suprema de Gran Bretaña de que Johnson había actuado ilegalmente al prorrogar (suspender) al Parlamento este mes, el mandato de Johnson como líder británico está en grave peligro.

El dictamen se produjo en un momento en que todo el mundo occidental está asolado por una revuelta constitucional desatada por líderes populistas que han atizado un conflicto entre el estado de derecho y el régimen “popular”, cuya voluntad está definida por el líder populista. Los gobiernos populistas a ambos lados del Atlántico han roto con la tradición y la convención constitucional, abandonando el precedente para aprovechar cualquier ventaja posible, como Johnson intentó hacer al prorrogar al Parlamento.

La cuestión de las sesiones del Parlamento casi nunca fue polémica. En tiempos normales, el gobierno controla una clara mayoría en la Cámara de los Comunes y puede impulsar su agenda legislativa. Pero al intentar suspender al Parlamento por cinco semanas, en lugar de los habituales 4-5 días, fue vergonzosamente evidente que la de Johnson no era una prórroga normal. Johnson, un primer ministro que tiene un escaso apego a la verdad, intentó de manera inepta argumentar que el periodo de cinco semanas estaba asociado al receso habitual de septiembre del Parlamento, cuando los principales partidos políticos realizan sus conferencias. Pero la preocupación de Johnson obviamente era minimizar la capacidad del Parlamento de impedir su intención de un retiro sin acuerdo de la Unión Europea.

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