MADRID – Un barco cargado de grano zarpó recientemente de un puerto ucraniano. El envío del cargamento (primero que sale del país en meses) ha sido posible gracias al acuerdo entre Rusia y Ucrania, alcanzado con intermediación de Turquía y Naciones Unidas. Para África y Medio Oriente, el acuerdo ofrece un atisbo de esperanza de alivio frente a la grave escasez de alimentos. Para el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, es una victoria diplomática (y no es la primera).
Enfrentado a grandes desafíos internos (entre ellos la creciente oposición política, enormes contingentes de refugiados, una moneda que se derrumba y una economía en descomposición) Erdoğan parece haberse fijado como objetivo acumular logros en política exterior antes de la elección del año entrante; con, por el momento, éxito considerable.
Tras una década de relaciones tensas con las monarquías del Golfo, Erdoğan viene tomando iniciativas para reparar el vínculo. Y aunque la supervivencia del acuerdo sobre la salida de cerreales por el Mar Negro no está garantizada (un día después de su firma en Estambul, Rusia atacó con misiles la ciudad portuaria de Odesa), el líder turco ya ha consolidado la posición de su país como mediador regional.
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Rather than reducing concentrated market power through “disruption” or “creative destruction,” technological innovation historically has only added to the problem, by awarding monopolies to just one or a few dominant firms. And market forces offer no remedy to the problem; only public policy can provide that.
shows that technological change leads not to disruption, but to deeper, more enduring forms of market power.
The passing of America’s preeminent foreign-policy thinker and practitioner marks the end of an era. Throughout his long and extraordinarily influential career, Henry Kissinger built a legacy that Americans would be wise to heed in this new era of great-power politics and global disarray.
reviews the life and career of America’s preeminent foreign-policy scholar-practitioner.
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MADRID – Un barco cargado de grano zarpó recientemente de un puerto ucraniano. El envío del cargamento (primero que sale del país en meses) ha sido posible gracias al acuerdo entre Rusia y Ucrania, alcanzado con intermediación de Turquía y Naciones Unidas. Para África y Medio Oriente, el acuerdo ofrece un atisbo de esperanza de alivio frente a la grave escasez de alimentos. Para el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, es una victoria diplomática (y no es la primera).
Enfrentado a grandes desafíos internos (entre ellos la creciente oposición política, enormes contingentes de refugiados, una moneda que se derrumba y una economía en descomposición) Erdoğan parece haberse fijado como objetivo acumular logros en política exterior antes de la elección del año entrante; con, por el momento, éxito considerable.
Tras una década de relaciones tensas con las monarquías del Golfo, Erdoğan viene tomando iniciativas para reparar el vínculo. Y aunque la supervivencia del acuerdo sobre la salida de cerreales por el Mar Negro no está garantizada (un día después de su firma en Estambul, Rusia atacó con misiles la ciudad portuaria de Odesa), el líder turco ya ha consolidado la posición de su país como mediador regional.
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