BLACKSBURG, VIRGINIA – Desde que el presidente Donald Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán en mayo de 2018 y le reimpuso sanciones, la economía de Irán se contrajo considerablemente. Si bien un derrumbe económico no es inminente, el tiempo no juega a favor de Irán. Con la política estadounidense en plena agitación y una elección presidencial a la vista, la dirigencia iraní se enfrenta a la nada envidiable tarea de decidir si le conviene iniciar un diálogo (y cómo) con la administración Trump (que pese a su hostilidad necesita una victoria visible).
Como es habitual en política exterior, el cálculo de costos y beneficios de dialogar con Trump divide a los dirigentes iraníes. Es posible que algunos piensen que es mejor esperar hasta después de la elección presidencial de 2020 en Estados Unidos para volver a la mesa de negociación, tal vez con una administración demócrata más predecible y menos temperamental del otro lado.
Pero si Trump gana la elección, su posición será más fuerte que nunca, y estará mucho menos dispuesto a hacer concesiones que ahora que tiene un interés personal en obtener una victoria tangible en política exterior, o más importante, la apariencia de tal victoria. Además, de aquí a un año la situación económica en Irán puede empeorar mucho, lo que debilitaría todavía más su posición negociadora.
BLACKSBURG, VIRGINIA – Desde que el presidente Donald Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán en mayo de 2018 y le reimpuso sanciones, la economía de Irán se contrajo considerablemente. Si bien un derrumbe económico no es inminente, el tiempo no juega a favor de Irán. Con la política estadounidense en plena agitación y una elección presidencial a la vista, la dirigencia iraní se enfrenta a la nada envidiable tarea de decidir si le conviene iniciar un diálogo (y cómo) con la administración Trump (que pese a su hostilidad necesita una victoria visible).
Como es habitual en política exterior, el cálculo de costos y beneficios de dialogar con Trump divide a los dirigentes iraníes. Es posible que algunos piensen que es mejor esperar hasta después de la elección presidencial de 2020 en Estados Unidos para volver a la mesa de negociación, tal vez con una administración demócrata más predecible y menos temperamental del otro lado.
Pero si Trump gana la elección, su posición será más fuerte que nunca, y estará mucho menos dispuesto a hacer concesiones que ahora que tiene un interés personal en obtener una victoria tangible en política exterior, o más importante, la apariencia de tal victoria. Además, de aquí a un año la situación económica en Irán puede empeorar mucho, lo que debilitaría todavía más su posición negociadora.