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La peligrosa confrontación por la nueva hegemonía en Oriente Medio

BERLÍN – En el viejo Oriente Medio, un solo conflicto general (entre Israel y los países árabes) tenía varios frentes, y era prerrogativa de Occidente proteger el flujo de petróleo hacia la economía global. En el nuevo Oriente Medio, el conflicto clave es una lucha más amplia entre varios actores que buscan la primacía regional.

Esta nueva lucha comenzó cuando el ex Presidente Barack Obama inició una retirada más amplia de Estados Unidos de la región, pero se ha intensificado bajo Donald Trump. Al menos Obama tenía una visión política para la región. Albergaba la esperanza de que el acuerdo nuclear alcanzado en 2015 con Irán hubiera impedido una carrera armamentística nuclear y, en esas condiciones, la atenuación de las sanciones y un crecimiento económico más veloz fueran reintegrando al país persa a la comunidad internacional a lo largo de la década siguiente. En contraste, Trump no tiene ninguna estrategia y quiere disfrazar la retirada estadounidense de la región, de lo que es claro ejemplo la abierta traición a los kurdos en Siria, con una retórica belicosa y exportaciones masivas de armas a los socios y aliados de Estados Unidos en el Golfo.

Por su parte, Arabia Saudí, la acaudalada potencia de la región, predominantemente suní (si no contamos a Turquía), ha albergado por largo tiempo ambiciones de hegemonía regional, al menos en el Golfo Pérsico y la Península Arábiga, y ve como su gran rival a Irán, que es predominantemente chií. En los últimos años, Irán y Arabia Saudí han librado una desastrosa guerra indirecta en Yemen, causando un enorme número de víctimas civiles y una catástrofe humanitaria.

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