drew54_Jim Watson-PoolGetty Images_trumpmedia Jim Watson/Pool/Getty Images

La presidencia de Trump se torna mortal

WASHINGTON, DC – En los tres primeros años de su administración, el presidente norteamericano, Donald Trump, se focalizó en consolidar poder. Sin embargo, mientras Estados Unidos se acercaba a su mayor peligro doméstico en un siglo, se negó a utilizar ese poder. Por el contrario, en tanto un coronavirus mortal se preparaba para invadir el país, el presidente optó por la negación y el retraso.

Sin embargo, hacia fines de marzo, los asesores de ciencia de Trump le presentaron evidencia de un experimento voluntario de 15 días que indicaba que, donde se habían tomado medidas de distanciamiento social seriamente, la enfermedad se propagaba con menos rapidez que en los lugares donde no se habían observado las mismas restricciones. En ese momento, la cantidad de infecciones por COVID-19 eran más de 100.000 y las muertes superaban las 1.000. Los modelos de los asesores de ciencia indicaban que, si la gente se comportaba perfectamente, morirían 100.000-240.000 residentes norteamericanos, y los asesores políticos de Trump le dijeron que las encuestas revelaban que la población quería ampliar el distanciamiento social. Por una vez, adoptó la estrategia sensata y extendió la recomendación de distanciamiento social del gobierno federal por otros 30 días, hasta fines de abril.

Finalmente, Trump, que unos días antes había dicho que levantaría todas las restricciones y “reabriría” la economía estadounidense para Pascua (el 12 de abril) –cosa que no podía hacer porque los cierres comerciales habían sido ordenados por gobernadores estaduales-, parecía estar tomándose en serio la pandemia. Antes, también había desoído las críticas de los demócratas sobre cómo había manejado la crisis como “su nuevo engaño”. Pasó a presidir las conferencias de prensa diarias cuando percibió que el vicepresidente Mike Pence, a quien había puesto a cargo del equipo especial de emergencia, ganaba elogios por presidir las sesiones. Y luego se jactó de los ratings de televisión. Pero su comportamiento siguió siendo errático, y continuó con sus duros ataques a los periodistas que lo presionaban por la lentitud de su respuesta.

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