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Protejamos a las mujeres en la pandemia

BANGKOK – El mes pasado, Sheuly salió a toda velocidad hacia un hospital en Daca porque necesitaba tratamiento de emergencia. La bangladesí de 25 años terminaba de dar a luz en su casa, pensando que era más seguro que hacerlo en un hospital durante la pandemia. Pero cuando comenzó a sufrir una hemorragia posparto —una de las principales causas de muerte materna— exponerse a la COVID-19 se convirtió en la menor de sus preocupaciones. Lo mismo le ocurrió a Majufa Akter, la partera que actuó rápidamente para salvar la vida de Sheuly, a pesar de que aún no había recibido el equipamiento de protección personal adecuado.

Dar a luz es un momento fuerte en la vida de las mujeres, independientemente de las circunstancias. Hacerlo durante una pandemia agrega a la experiencia una nueva forma de estrés. Las madres no saben si ir a los hospitales —donde temen exponerse al coronavirus, que falte personal, o verse separadas de sus parejas— o dar a luz en casa, donde a menudo aumenta mucho el riesgo ante las complicaciones médicas. Este es tan solo un ejemplo de cómo la necesidad de gestionar la pandemia de la COVID-19 complica la prestación de servicios de salud esenciales y deja en situación de especial vulnerabilidad a las mujeres.

En todo el mundo, cuando los sistemas de salud están sobrecargados, los servicios para las mujeres suelen ser los primeros en sentirlo. Esto resulta en una mayor morbilidad y mortalidad materna e infantil. Para ilustrar los riesgos, hemos modelado el posible impacto de la pandemia sobre tres servicios clave de salud sexual y reproductiva (SSR): nacimientos con asistencia de profesionales de la salud experimentados (incluidas parteras); nacimientos en instalaciones sanitarias; y acceso a métodos anticonceptivos.

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