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El Banco de Inglaterra después de Boris

LONDRES – El desempeño y el mandato del Banco de Inglaterra (BOE) se han vuelto temas centrales en la competencia por suceder a Boris Johnson como líder del Partido Conservador y, por consiguiente, primer ministro del Reino Unido. Pero como es difícil hallar en los procesos de revisión recientes de otros importantes bancos centrales pautas de acción para el contexto actual de aumento de la inflación, tal vez tenga sentido revivir una vieja idea para la reforma del anclaje predominante de la política monetaria.

Los cuestionamientos al desempeño del BOE no sorprenden, dado que la meta de inflación anual del banco central es 2%. Hoy la inflación en el RU alcanza el 9,4% y se prevé que supere el 13% antes de fin de año; es evidente que algo salió mal. Pero algunos de los candidatos al liderazgo conservador, y en particular la favorita, Liz Truss, no sólo critican al gobernador del BOE Andrew Bailey por desviarse de la meta. También hablan de cambiar los objetivos del BOE, o incluso su estatuto. Truss prometió modificar el mandato del banco central para fortalecer el énfasis en la inflación, y una de sus lugartenientes se preguntó si el BOE es «apto para su propósito en términos de su total independencia excluyente respecto de los tipos de interés».

No, yo tampoco sé qué habrá querido decir, pero suena amenazante. Alguien también habló de adoptar una postura «más directiva en la fijación del mandato [del BOE]», y sugirió que una parte de la inflación actual es resultado del crecimiento de la oferta monetaria. Eso señala en dirección a una posible reintroducción de las metas de oferta monetaria, que estuvieron en boga durante el gobierno de Margaret Thatcher a principios de los ochenta.

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