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¿Se podrá salvar la igualdad de género?

DAKAR – La manifestante sudanesa Alaa Salah se convirtió en un símbolo de la revolución de su país tras subirse encima de un coche, vestida de blanco, y cantarles a sus compañeros de protesta. Vanessa Nakate, activista ugandesa por la justicia climática, pasó de protestar a solas ante las puertas del parlamento nacional a exigir medidas concretas a los líderes mundiales en las Naciones Unidas. Y la activista senegalesa Oumou ha aprovechado las herramientas digitales para entablar conversaciones que desafían los tabús sobre salud íntima, sexualidad, anticoncepción y menstruación para chicas en situación de pobreza.

Estas jóvenes mujeres están luchando por una mejor vida para ellas, sus comunidades y el mundo, y no están solas. Miles de chicas y mujeres jóvenes de África y el mundo entero están combatiendo las dinámicas de poder que perpetúan la desigualdad e impiden que los grupos marginados ejerzan sus derechos fundamentales. Hacen discursos, crean organizaciones sin fines de lucro y programas comunitarios, y participan en marchas para acelerar el cambio transformativo. Son buenas noticias para todos: incontables estudios demuestran que, cuando las chicas y mujeres jóvenes están empoderadas, se benefician comunidades enteras.

Sin embargo, hoy están en peligro logros de igualdad de género ganados con gran esfuerzo. La pandemia del COVID-19 ha deshecho años de avances en cuanto a reducción de la pobreza e originado un gran aumento de la desigualdad, con consecuencias desproporcionadas para las jóvenes y las niñas.

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