BERLÍN – Mayo fue un mes atareado para los diplomáticos árabes. Doce años después de la suspensión de Siria en la Liga Árabe, el Presidente sirio Bashar al Assad retornó oficialmente al redil. La prolongada guerra en Yemen muestra señales de ir perdiendo intensidad, e Irán y Arabia Saudí parecen encaminarse a una reconciliación. Egipto intermedió en un cese al fuego entre Israel y la Yihad Islámica, y Arabia Saudí se ha convertido en un actor clave en las iniciativas para poner fin a la guerra civil en Sudán.
Lo notable de estos acontecimientos recientes es la ausencia casi absoluta de Occidente. Si bien el involucramiento occidental en Oriente Medio ha fluctuado a lo largo de los años, Estados Unidos y sus aliados europeos han sido los iniciadores de la gran mayoría de los grandes avances diplomáticos en la región desde el fin de la Guerra Fría, como la paz entre Israel y Jordania, la normalización de las relaciones entre Israel y los estados del Golfo, y el acuerdo nuclear de 2015 con Irán.
También la intervención occidental incluyó la invasión a Irak en 2003, la intervención militar en Libia en 2011, el apoyo a los rebeldes anti-Assad en Siria, y la derrota de Estado Islámico en sus bases en Siria e Irak. Además, EE.UU. respaldó la campaña aérea de Arabia Saudí en Yemen. Todo lo que queda de eso son 2500 soldados estadounidenses en Irak y 900 en Siria.
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Antara Haldar
advocates a radical rethink of development, explains what went right at the recent AI Safety Summit, highlights the economics discipline’s shortcomings, and more.
The prevailing narrative that frames Israel as a colonial power suppressing Palestinians’ struggle for statehood grossly oversimplifies a complicated conflict and inadvertently vindicates the region’s most oppressive regimes. Achieving a durable, lasting peace requires moving beyond such facile analogies.
rejects the facile moralism of those who view the ongoing war through the narrow lens of decolonization.
The far-right populist Geert Wilders’ election victory in the Netherlands reflects the same sentiment that powered Brexit and Donald Trump’s candidacy in 2016. But such outcomes could not happen without the cynicism displayed over the past few decades by traditional conservative parties.
shows what Geert Wilders has in common with other ultra-nationalist politicians, past and present.
BERLÍN – Mayo fue un mes atareado para los diplomáticos árabes. Doce años después de la suspensión de Siria en la Liga Árabe, el Presidente sirio Bashar al Assad retornó oficialmente al redil. La prolongada guerra en Yemen muestra señales de ir perdiendo intensidad, e Irán y Arabia Saudí parecen encaminarse a una reconciliación. Egipto intermedió en un cese al fuego entre Israel y la Yihad Islámica, y Arabia Saudí se ha convertido en un actor clave en las iniciativas para poner fin a la guerra civil en Sudán.
Lo notable de estos acontecimientos recientes es la ausencia casi absoluta de Occidente. Si bien el involucramiento occidental en Oriente Medio ha fluctuado a lo largo de los años, Estados Unidos y sus aliados europeos han sido los iniciadores de la gran mayoría de los grandes avances diplomáticos en la región desde el fin de la Guerra Fría, como la paz entre Israel y Jordania, la normalización de las relaciones entre Israel y los estados del Golfo, y el acuerdo nuclear de 2015 con Irán.
También la intervención occidental incluyó la invasión a Irak en 2003, la intervención militar en Libia en 2011, el apoyo a los rebeldes anti-Assad en Siria, y la derrota de Estado Islámico en sus bases en Siria e Irak. Además, EE.UU. respaldó la campaña aérea de Arabia Saudí en Yemen. Todo lo que queda de eso son 2500 soldados estadounidenses en Irak y 900 en Siria.
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