RIVERSIDE, CALIFORNIA – Las protestas que se han desatado en todo Irán en defensa de los derechos de las mujeres y contra los abusos de la policía moral religiosa han vuelto a echar luz sobre la clerecía gobernante y sobre los poderes aparentemente ilimitados del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
La República Islámica de Irán tiene un sistema de gobierno en dos niveles. El primer nivel, representación visible de la soberanía popular, incluye un presidente que ejerce el poder ejecutivo dentro de un estado altamente centralizado, un parlamento encargado de crear y debatir leyes, y un sistema judicial que las puede vetar e interpretar. El segundo nivel, representación de la soberanía divina, está formado por un solo hombre: el líder supremo, o faqih.
El faqih posee un monopolio absoluto del poder estatal. Designa al jefe del sistema judicial y tiene total libertad para destituir al presidente. Es comandante en jefe de las fuerzas armadas, y puede vetar cualquier ley aprobada por el parlamento. Se trata de una posición a la vez anacrónica y única en el mundo, que institucionaliza el control clerical de todos los ámbitos de gobierno.
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There are four reasons to worry that the latest banking crisis could be systemic. For many years, periodic bouts of quantitative easing have expanded bank balance sheets and stuffed them with more uninsured deposits, making the banks increasingly vulnerable to changes in monetary policy and financial conditions.
show how the US central bank's liquidity policies created the conditions for runs on uninsured deposits.
When a bank fails, the first response by policymakers and the public is to blame risk-loving speculators, greedy investors, or regulators asleep at the wheel. But quenching our thirst for moral adjudication is a poor basis for policy, because the truth is both simpler and more troubling.
argues that recent market turmoil has revealed that the sector’s main vulnerability is unavoidable.
RIVERSIDE, CALIFORNIA – Las protestas que se han desatado en todo Irán en defensa de los derechos de las mujeres y contra los abusos de la policía moral religiosa han vuelto a echar luz sobre la clerecía gobernante y sobre los poderes aparentemente ilimitados del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
La República Islámica de Irán tiene un sistema de gobierno en dos niveles. El primer nivel, representación visible de la soberanía popular, incluye un presidente que ejerce el poder ejecutivo dentro de un estado altamente centralizado, un parlamento encargado de crear y debatir leyes, y un sistema judicial que las puede vetar e interpretar. El segundo nivel, representación de la soberanía divina, está formado por un solo hombre: el líder supremo, o faqih.
El faqih posee un monopolio absoluto del poder estatal. Designa al jefe del sistema judicial y tiene total libertad para destituir al presidente. Es comandante en jefe de las fuerzas armadas, y puede vetar cualquier ley aprobada por el parlamento. Se trata de una posición a la vez anacrónica y única en el mundo, que institucionaliza el control clerical de todos los ámbitos de gobierno.
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