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Cómo responder a Irán

PRINCETON – En la madrugada del 14 de septiembre, un enjambre de drones atacó dos importantes plantas petroleras en Arabia Saudita, lo que afectó a cerca de la mitad de la producción del principal exportador mundial de petróleo (un 5% del suministro global). Los ataques (de los que se responsabilizaron los rebeldes hutíes de Yemen, pero que casi todos atribuyen a Irán) marcan un antes y un después para la política de Medio Oriente y los mercados internacionales de energía, ya que cuestionan directamente el dominio estadounidense en el Golfo Pérsico y el papel de Arabia Saudita como garante de la provisión mundial de petróleo.

La motivación inmediata de Irán para el ataque fue el asfixiante régimen de sanciones económicas que el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump impuso después de retirarse el año pasado del acuerdo nuclear de 2015 (el llamado “Plan de Acción Integral Conjunto”). Pero las tensiones actuales surgen de una dinámica regional de poder que se remonta a la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003. Ese fracaso espectacular llevó a Trump y a su predecesor, Barack Obama, a enviar señales de un final para casi ocho décadas de hegemonía estadounidense en el Golfo.

Las guerras en Medio Oriente agotaron a Estados Unidos, en particular porque su abrumadora ventaja militar no se tradujo en una influencia política duradera. Pero la retirada de Estados Unidos dejó un vacío estratégico, que los actores más influyentes de la región están tratando de llenar.

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