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Juicio político y resto del mundo

ESTOCOLMO – Una vez más, Estados Unidos transita el profundo drama de un juicio político a un presidente. Pero, a diferencia del pasado, esta vez las repercusiones en el resto del mundo podrían ser considerables.

Consideremos los dos precursores modernos a la investigación, que se lleva a cabo dentro del proceso de destitución actual, sobre los esfuerzos del presidente estadounidense Donald Trump para persuadir al gobierno ucraniano de anunciar una investigación penal sobre uno de sus contendientes demócratas, el exvicepresidente Joe Biden, y su hijo. El primero fue la crisis, de lenta gestación, que comenzó con el allanamiento a medianoche de las oficinas del Comité Demócrata Nacional en 1972 y llegó a consumir al sistema político estadounidense durante dos años, culminando con la renuncia del presidente Richard Nixon en agosto de 1974. La segunda fue la investigación del fiscal especial sobre el presidente Bill Clinton, quien fue llevado a juicio político por la Cámara de Representantes de EE. UU. en 1998, pero absuelto por el Senado en febrero de 1999.

En ambos casos, el origen de la crisis fue local. Nixon fue acusado de abusar de su cargo con fines políticos internos y, luego, de obstruir la investigación. Clinton fue acusado de perjurio y otros abusos relacionados con su comportamiento personal. El caso contra Trump es muy distinto: la política exterior estadounidense está en el propio centro de la acusación.

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