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¿Por qué el FMI intenta ser una agencia de ayuda?

CAMBRIDGE – ¿Quién va a limpiar el inevitable desorden financiero en los mercados emergentes si la inflación persistente obliga a la Reserva Federal de Estados Unidos a empezar a aumentar significativamente las tasas de interés? El Fondo Monetario Internacional, normalmente encargado de alejar a los países del borde del precipicio, parece desencantado con el trabajo. En lugar de abrazar su rol tradicional de ayudar a los países deudores en problemas a ayudarse a sí mismos, el FMI ha venido intentando transformarse en una agencia de ayuda.

Por supuesto, es más divertido ser Papá Noel que Scrooge, y los países ricos dan demasiado poco en ayuda extranjera. Hace mucho que defiendo la creación de un banco mundial de carbono para canalizar subsidios y tecnología. De la misma manera, el argumento para financiar una Organización Mundial de la Salud reestructurada para combatir la pandemia es convincente. Pero en un mundo donde los flujos de capital privado superan con creces los préstamos oficiales, los programas tradicionales del FMI todavía desempeñan un papel crítico a la hora de mitigar y gestionar las crisis financieras.

Ese papel ha sido abandonado durante la pandemia, y restablecerlo resultará difícil. Entregar financiamiento con pocos condicionamientos tuvo sentido en la fase inicial de la crisis del COVID-19. Pero como el FMI todavía es muy estructurado como organismo de crédito, llegado el caso tendrá que cobrar lo prestado o entrar en quiebra. Para tener una sensación de cómo sería, consideremos las tensiones con Argentina, que recibió un préstamo gigantesco de 57.000 millones de dólares en 2018 con condiciones atípicamente débiles por parte del FMI y hoy se resiste a pagar.

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