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¿Justifica la pandemia el gasto público ilimitado?

CHICAGO – Las economías avanzadas ya han gastado sumas enormes en la provisión de ayudas a particulares y pequeñas y medianas empresas en respuesta a la pandemia. El Fondo Monetario Internacional, en su Informe de Perspectivas Económicas de junio, estima que el gasto, incluidas medidas fiscales y provisión de garantías públicas, llegó a aproximadamente 20 puntos porcentuales del PIB. En Estados Unidos, el Congreso está analizando aprobar nuevos paquetes de gasto que van del 5% del PIB (republicanos) al 15% (demócratas). Y cuando la pandemia haya pasado se necesitará todavía más gasto público (y por ende, más endeudamiento).

Diversos economistas afirman que los bajos tipos de interés actuales permiten sostener niveles de deuda soberana mucho más altos que en el pasado. Esto es correcto siempre que se cumplan tres supuestos: que el crecimiento del PIB nominal vuelva a un nivel razonable; que los tipos de interés se mantengan reducidos; y que los gobiernos futuros limiten el gasto. Aun dando por ciertos los primeros dos, el tercero nos obliga a evaluar la calidad del gasto actual.

En tiempos normales, los gobiernos responsables buscan un equilibrio a lo largo del ciclo económico: piden prestado en tiempos de desaceleración y devuelven en tiempos de bonanza, de modo que la generación que resultó beneficiada en la primera etapa pagará lo adeudado en la segunda etapa. Pero las deudas inmensas que se acumularon durante esta crisis no admiten devolución en un plazo breve. Incluso con una suba de impuestos a los ricos (una política que generará intensa oposición y críticas de que la austeridad perjudicará el crecimiento) una buena parte de la deuda acumulada la heredarán las generaciones futuras.

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