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Alemania necesita un consejo de seguridad nacional

BERLÍN – Tras la caída del Muro de Berlín, la recién reunificada Alemania se convirtió en un exponente destacado del orden liberal internacional emergente. El país se veía a sí mismo, y se presentaba al mundo, como una democracia abierta en lo económico con una “cultura de bienvenida” (Willkommenskultur) y comprometida con los derechos humanos. Si bien su peso económico la ubicó en los primeros puestos de las clasificaciones internacionales de poder blando, décadas de subinversión en las Bundeswehr (fuerzas armadas) hicieron que incidiera muy por debajo de su peso en lo militar.

Antes de que el Presidente ruso Vladimir Putin iniciara su guerra contra Ucrania, la política exterior germana se basaba en una Unión Europea cada vez más profunda, relaciones transatlánticas plenamente integradas, la creencia en el Wandel durch Handel (cambio mediante el comercio), el diálogo internacional y la contención militar. Si bien este enfoque funcionó bien en lo general, el componente militar había irritado a sus aliados mucho antes de la actual guerra. Todos los presidentes estadounidenses desde George W. Bush han criticado el bajo gasto de defensa alemán y Estados Unidos y otros estados miembros de la UE han llegado a ver la actitud de Alemania como una combinación de pasividad y parasitismo.

Más aún, durante este periodo Alemania se fue convirtiendo en uno de los mayores socios comerciales de Rusia y China. A medida que hacía negocios con los autócratas del mundo, prestó poca atención a su creciente dependencia de Rusia. Desde el Canciller Helmut Kohl en los 90 hasta el actual Canciller Olaf Scholz, las autoridades alemanas han creído siempre en que el comercio y el diálogo acabará por acercar a los países, reduciendo la necesidad de un poder duro.

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