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Alemania debe apostar a la OTAN

BERLÍN – La OTAN se fundó hace 70 años para prevenir una guerra entre el Occidente democrático liberal y el este soviético. El hecho de que la Guerra Fría nunca se convirtiera en una guerra caliente es testimonio de su éxito. Además, siempre que la OTAN desplegó tropas, lo hizo con la autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). La única y a menudo criticada excepción fue durante la Guerra de Kosovo; pero en esa ocasión, la intervención puso fin a una limpieza étnica en marcha.

El objetivo principal de la OTAN es la defensa colectiva. El artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte (que declara que un ataque a un miembro del grupo es un ataque a todos) es tan necesario hoy como lo fue siempre. Gracias a él, Berlín occidental siguió siendo libre durante toda la Guerra Fría, y los polacos, estonios, lituanos y letones pueden confiar en que sus libertades están protegidas. Los que culpan a la expansión de la OTAN hacia el este por las incursiones de Rusia en Ucrania niegan implícitamente que los exintegrantes del bloque soviético tengan el mismo derecho a la libertad y a la seguridad que otros miembros de la OTAN.

Históricamente, la fortaleza de la OTAN se basó en su capacidad para alcanzar el consenso pese a la divergencia de puntos de partida de los participantes. La organización demostró su capacidad para adaptarse a la evolución del contexto internacional y superar nuevos desafíos. La unidad que tanto la fortaleció políticamente no estaba dada de antemano, sino que se luchó por ella en incontables y a menudo difíciles negociaciones entre los estados miembros.

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