PARÍS – En enero de 1963, el canciller alemán Konrad Adenauer y el presidente francés Charles de Gaulle firmaron el Tratado del Elíseo, un acuerdo bilateral por el que los dos exenemigos pusieron fin en forma oficial a dos siglos de antipatía y derramamiento de sangre y se comprometieron a iniciar una nueva era de cooperación.
Este acuerdo, que se firmó cinco años después de la entrada en vigor del Tratado de Roma, tuvo una gran importancia simbólica, y sentó las bases para que Alemania y Francia se convirtieran en los líderes de facto de la Unión Europea. Los miembros de la UE saben por experiencia que nada puede salir adelante a menos que Francia y Alemania estén en sintonía, y que por lo general, el consenso francoalemán es el primer paso hacia acuerdos más amplios.
La relación bilateral ha tenido sus altibajos. Entre 2010 y 2015, la incapacidad de ambos países para acordar una respuesta a la crisis del euro dejó la unión monetaria varias veces al borde del abismo. Pero también hubo momentos de notable armonía. Por ejemplo, en menos de dos meses desde que la COVID‑19 golpeó a Europa, los dos países idearon un plan de acción que más tarde fue la base de la respuesta de la UE a la pandemia.
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Despite the dire predictions that have accompanied the decline of global governance, less international cooperation does not necessarily mean disaster. In fact, national governments can prioritize domestic prosperity and social cohesion over multilateralism without harming the global economy.
explains how countries can help the global economy by pursuing their own economic-policy agendas.
Although Russia's war in Ukraine has galvanized Polish society and elevated the country's status internationally, it is also obscuring some deeply troubling domestic political developments. Whether liberal democracy will prevail over reactionary authoritarianism in Poland is now an open question.
about recent domestic and geopolitical developments that will shape the country's future.
PARÍS – En enero de 1963, el canciller alemán Konrad Adenauer y el presidente francés Charles de Gaulle firmaron el Tratado del Elíseo, un acuerdo bilateral por el que los dos exenemigos pusieron fin en forma oficial a dos siglos de antipatía y derramamiento de sangre y se comprometieron a iniciar una nueva era de cooperación.
Este acuerdo, que se firmó cinco años después de la entrada en vigor del Tratado de Roma, tuvo una gran importancia simbólica, y sentó las bases para que Alemania y Francia se convirtieran en los líderes de facto de la Unión Europea. Los miembros de la UE saben por experiencia que nada puede salir adelante a menos que Francia y Alemania estén en sintonía, y que por lo general, el consenso francoalemán es el primer paso hacia acuerdos más amplios.
La relación bilateral ha tenido sus altibajos. Entre 2010 y 2015, la incapacidad de ambos países para acordar una respuesta a la crisis del euro dejó la unión monetaria varias veces al borde del abismo. Pero también hubo momentos de notable armonía. Por ejemplo, en menos de dos meses desde que la COVID‑19 golpeó a Europa, los dos países idearon un plan de acción que más tarde fue la base de la respuesta de la UE a la pandemia.
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