palacio99_ Dylan Martinez - PoolGetty Images_g7 summit Dylan Martinez/Pool/Getty Images

El ocaso del orden global

MADRID – Es nuestra era la del triunfo de la hipérbole. Vivimos atrapados entre relatos de triunfos colosales y sucesos devastadores. Orilladas quedan la discusión realista, el progreso incremental y la erosión gradual. El ámbito de las relaciones internacionales no es una excepción y las crisis fatales y los grandes logros son sólo una parte de la historia. No advertir a tiempo tendencias, cambios sensacionales, conduce inexorablemente a problemas que pueden ser graves y, cuando detectados, demasiado tarde para ser solucionados.

La cumbre del G7 recientemente celebrada en Biarritz (Francia) ilustra bien este desatino. En ella ha habido aspectos positivos (sin ir más lejos, el presidente francés Emmanuel Macron ha sido justamente elogiado por mantener a raya a su contraparte estadounidense, Donald Trump) pero pocos logros concretos. Más allá de la cuestión de los resultados sustanciales, la estructura de la cumbre refleja una erosión progresiva de la cooperación internacional, un lento y sostenido desgaste del orden global.

No deja de ser irónico que el G7 sea presagio del futuro, porque en muchos aspectos es una reliquia del pasado. Nacido en los setenta, en plena Guerra Fría, su objetivo declarado era servir de foro a las grandes economías desarrolladas (de entonces): Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido.

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