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Una respuesta pandémica efectiva debe ser verdaderamente global

LONDRES/NUEVA DELHI – En su reciente reunión en Bali el 15-16 de julio, los ministros de Finanzas del G20 reafirmaron su compromiso con una acción coordinada para controlar la pandemia del COVID-19 y prepararse mejor para la próxima emergencia sanitaria global. Un tema central fue la creación de un nuevo fondo intermediario financiero (FIF) para abordar la preparación y respuesta ante pandemias (PPR por su sigla en inglés), bajo administración fiduciaria del Banco Mundial y en el que la Organización Mundial de la Salud desempeñe un rol técnico y de coordinación central. El objetivo es achicar parte de la brecha de financiamiento anual de la PPR de 10.500 millones de dólares y ayudar a fortalecer las capacidades que son esenciales para proteger la salud global, entre ellas la secuenciación genómica y la fabricación de medicamentos.

En el próximo mes, el G20, el Banco Mundial y la OMS finalizarán el diseño del FIF, bajo una intensa presión externa para desarrollar una estructura de gobernanza equitativa e inclusiva. La presidencia indonesia del G20 ha permitido algunos acuerdos preliminares que avanzan en la dirección correcta. Por ejemplo, existe un consenso emergente de que la gobernanza del FIF debe incluir a países de bajos y medianos ingresos, a socios no pertenecientes al G20 y a la sociedad civil. Asimismo, los países del G20 reconocen que el FIF debe basarse en el marco sanitario global existente para PPR, con un papel central para la OMS. Esto toma distancia de la documentación técnica de mayo de 2022 del Banco Mundial que proponía un diseño insular y profundamente retrógrado por el cual los donantes (principalmente países ricos) tomarían todas las decisiones y consultarían a los demás (o no) como les pareciera.

El próximo paso es que el G20 reconozca más explícitamente que un mecanismo efectivo de PPR, como bien común global, exige un modelo de FIF basado en representación y aportes universales (según la capacidad), y un acceso universal a los beneficios. El mundo necesita desesperadamente una estructura de gobernanza del FIF que pueda ayudar a achicar brechas críticas de manera rápida y efectiva. Esto requiere un organismo de toma de decisiones que sea ágil, pero al que también se lo considere legítimo y, por ende, capaz de tomar decisiones difíciles sin meses de diplomacia de generación de consenso.

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