subacchi31_sorbetto_getty Images_coronavirus debt Sorbetto/Getty Images

Un buen inicio, aunque incompleto, para el alivio de la deuda

LONDRES – El colapso de la actividad económica durante la pandemia de la COVID-19 aumentó significativamente el riesgo de problemas de deuda en muchos países y empujó hacia el límite a los más pobres. La reacción de varias organizaciones internacionales fue revelar diversas iniciativas para evitar situaciones que obliguen a elegir entre la respuesta adecuada a la crisis sanitaria y el servicio de la deuda existente.

La más destacable es que el G20 estableció una Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI, por su sigla en inglés), que permite a los países más pobres del mundo suspender los pagos de los servicios de la deuda bilateral oficial hasta el año próximo. Y este mes los líderes del G20 adoptaron un nuevo marco de trabajo común para lidiar con las necesidades de reestructuración de la deuda soberana en forma individual para cada caso.

En el caso de los países pobres en dificultades por la pandemia, la deuda no solo limita su margen de maniobra fiscal para responder a la crisis, además impide su desarrollo futuro. Frente a los costos inesperados causados por la crisis de la COVID-19, muchos países que ya tienen dificultades para cubrir los servicios de la deuda existente debieron solicitar financiamiento adicional y se encontraron con que les es excesivamente difícil, u oneroso, obtenerlo. Incluso si logran acceder a él, la carga adicional de la deuda constituirá un obstáculo que limitará sus perspectivas de crecimiento y desarrollo durante años.

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