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La construcción de una nueva élite

OXFORD – El 8 de abril, el presidente francés Emmanuel Macron anunció que cerrará la escuela de posgrado francesa de élite para la capacitación de líderes públicos, la École Nationale d’Administration (ENA). Macron —quien es un énarque (como se conoce a sus graduados)— dice que desea fomentar la igualdad de oportunidades y la excelencia nacional, y responder mejor ante los desafíos de la COVID-19, pero eliminar la ENA probablemente no sea más que una medida insignificante en esa dirección.

Irónicamente, la ENA fue fundada en 1945 por el general Charles de Gaulle para dividir a la élite francesa y eliminar un sistema clientelar y de prebendas que había generado una administración pública corrupta e ineficiente. La admisión a la escuela estaba entonces sujeta a un examen competitivo y a quienes lograban ingresar se les ofrecía un salario durante sus estudios.

De manera similar, las reformas que tuvieron lugar un siglo antes en el Reino Unido después del informe Northcote-Trevelyan —que se basó en la experiencia de Sir Charles Trevelyan para eliminar la corrupción del servicio civil británico en la India y en el ejemplo de la China imperial— procuraban implementar un reclutamiento con exámenes abiertos y competitivos, y ascensos basados en el mérito. Más adelante, casi todos los países —desde Estados Unidos y Japón, hasta China, Ghana y Nigeria— trataron de incorporar la meritocracia en sus administraciones públicas, en muchos casos a través de exámenes.

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