gros145_XinhuaLiu Jie via Getty Images_covid fed Xinhua/Liu Jie via Getty Images

Disparates fiscales en la recuperación del COVID

BRUSELAS – Cuando el virus COVID-19 se globalizó hace aproximadamente un año, estaba aún fresco el recuerdo de la crisis financiera mundial del año 2008, y los responsables de la formulación de políticas sacaron todas las palancas que estaban a su disposición para mantener la estabilidad financiera. La reacción a la crisis anterior, la verdad sea dicha, fue algo lenta y confusa, especialmente en Europa, debido a que nadie hasta ese momento había lidiado con algo así. Pero, el año 2020 la situación fue distinta.

En Europa, los formuladores de políticas intervinieron a gran escala y el Banco Central Europeo amplió su hoja de balance desde su ya elevado nivel previo a la crisis de 4,7 millones de millones de euros (5,7 millones de millones de dólares) a más de 7 millones de millones de euros, es decir a un nivel que aproximadamente equivale a dos tercios del PIB de la eurozona. Al mismo tiempo, los gobiernos intervinieron para apoyar los ingresos, principalmente a través de esquemas de trabajo de corto plazo ampliados, que preservaban el empleo incluso a la par de que la cantidad horas de trabajo de las personas se desplomaba.

En Estados Unidos, cerca de 40 millones de personas habían perdido sus empleos hasta mayo de 2020, pero más de la mitad de las personas incluidas en esta cifra pronto encontró nuevas oportunidades de empleo. Entre tanto, muchas personas aprovecharon las prestaciones por desempleo y muchos más hogares recibieron desembolsos directos en efectivo del gobierno federal. Como resultado, el ingreso personal total estadounidense en realidad aumentó durante la pandemia. Por último, al igual que el BCE, la Reserva Federal de Estados Unidos expandió su hoja de balance sustancialmente y mantuvo una política monetaria altamente acomodaticia.

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