BOSTON – Estos últimos meses, la Reserva Federal de los Estados Unidos hizo una serie de anuncios relacionados con el clima: en diciembre se unió a la NGFS («Red de Bancos Centrales y Supervisores para Enverdecer el Sistema Financiero») y en febrero de este año estableció un nuevo comité climático de supervisión. Son primeros pasos importantes, pero la Fed puede hacer más en respuesta al cambio climático (y al mismo tiempo, estaría ayudándose a cumplir su mandato).
El presidente Joe Biden aseguró que la cuestión climática influirá en todas las decisiones de política fiscal de su gobierno, pero eso no exime de responsabilidades a la Fed. Sin embargo, la preocupación por la independencia lleva a que la Fed dude de emplear las herramientas no convencionales necesarias para que la política monetaria acompañe a la fiscal.
Hace mucho que la Fed superó la etapa de limitarse a manejar la tasa interbancaria (el tipo de interés de referencia general para deudores y ahorristas) y se adentró en el terreno de las políticas no convencionales; por ejemplo, cuando empezó a comprar activos en respuesta a la pandemia de COVID‑19. Aunque rechaza erigirse en árbitro de ganadores y perdedores, ya lo está haciendo: quienquiera que posea activos incluidos en sus programas de compra termina ganando.
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In a rapidly digitalizing world, central banks are staring down a future in which they may lack the tools necessary to manage crises, and in which they may no longer be able to protect their monetary sovereignty. They should recognize that digital currency is a source of institutional salvation.
thinks governments must embrace central bank digital currencies or risk a fundamental loss of control.
With recent landmark legislation to support decarbonization and innovation, the United States is making up for lost time after its failed 40-year experiment with neoliberalism. But if it is serious about embracing a new paradigm, it will need to do more to help bring the rest of the world along.
explains how to minimize the political risks of new spending packages in the US and Europe.
BOSTON – Estos últimos meses, la Reserva Federal de los Estados Unidos hizo una serie de anuncios relacionados con el clima: en diciembre se unió a la NGFS («Red de Bancos Centrales y Supervisores para Enverdecer el Sistema Financiero») y en febrero de este año estableció un nuevo comité climático de supervisión. Son primeros pasos importantes, pero la Fed puede hacer más en respuesta al cambio climático (y al mismo tiempo, estaría ayudándose a cumplir su mandato).
El presidente Joe Biden aseguró que la cuestión climática influirá en todas las decisiones de política fiscal de su gobierno, pero eso no exime de responsabilidades a la Fed. Sin embargo, la preocupación por la independencia lleva a que la Fed dude de emplear las herramientas no convencionales necesarias para que la política monetaria acompañe a la fiscal.
Hace mucho que la Fed superó la etapa de limitarse a manejar la tasa interbancaria (el tipo de interés de referencia general para deudores y ahorristas) y se adentró en el terreno de las políticas no convencionales; por ejemplo, cuando empezó a comprar activos en respuesta a la pandemia de COVID‑19. Aunque rechaza erigirse en árbitro de ganadores y perdedores, ya lo está haciendo: quienquiera que posea activos incluidos en sus programas de compra termina ganando.
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