BOSTON – Estos últimos meses, la Reserva Federal de los Estados Unidos hizo una serie de anuncios relacionados con el clima: en diciembre se unió a la NGFS («Red de Bancos Centrales y Supervisores para Enverdecer el Sistema Financiero») y en febrero de este año estableció un nuevo comité climático de supervisión. Son primeros pasos importantes, pero la Fed puede hacer más en respuesta al cambio climático (y al mismo tiempo, estaría ayudándose a cumplir su mandato).
El presidente Joe Biden aseguró que la cuestión climática influirá en todas las decisiones de política fiscal de su gobierno, pero eso no exime de responsabilidades a la Fed. Sin embargo, la preocupación por la independencia lleva a que la Fed dude de emplear las herramientas no convencionales necesarias para que la política monetaria acompañe a la fiscal.
Hace mucho que la Fed superó la etapa de limitarse a manejar la tasa interbancaria (el tipo de interés de referencia general para deudores y ahorristas) y se adentró en el terreno de las políticas no convencionales; por ejemplo, cuando empezó a comprar activos en respuesta a la pandemia de COVID‑19. Aunque rechaza erigirse en árbitro de ganadores y perdedores, ya lo está haciendo: quienquiera que posea activos incluidos en sus programas de compra termina ganando.
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Richard Haass
explains what caused the Ukraine war, urges the West to scrutinize its economic dependence on China, proposes ways to reverse the dangerous deterioration of democracy in America, and more.
If the US Federal Reserve raises its policy interest rate by as much as is necessary to rein in inflation, it will most likely further depress the market value of the long-duration securities parked on many banks' balance sheets. So be it.
thinks central banks can achieve both, despite the occurrence of a liquidity crisis amid high inflation.
The half-century since the official demise of the Bretton Woods system of fixed exchange rates has shown the benefits of what replaced it. While some may feel nostalgic for the postwar monetary system, its collapse was inevitable, and what looked like failure has given rise to a remarkably resilient regime.
explains why the shift toward exchange-rate flexibility after 1973 was not a policy failure, as many believed.
BOSTON – Estos últimos meses, la Reserva Federal de los Estados Unidos hizo una serie de anuncios relacionados con el clima: en diciembre se unió a la NGFS («Red de Bancos Centrales y Supervisores para Enverdecer el Sistema Financiero») y en febrero de este año estableció un nuevo comité climático de supervisión. Son primeros pasos importantes, pero la Fed puede hacer más en respuesta al cambio climático (y al mismo tiempo, estaría ayudándose a cumplir su mandato).
El presidente Joe Biden aseguró que la cuestión climática influirá en todas las decisiones de política fiscal de su gobierno, pero eso no exime de responsabilidades a la Fed. Sin embargo, la preocupación por la independencia lleva a que la Fed dude de emplear las herramientas no convencionales necesarias para que la política monetaria acompañe a la fiscal.
Hace mucho que la Fed superó la etapa de limitarse a manejar la tasa interbancaria (el tipo de interés de referencia general para deudores y ahorristas) y se adentró en el terreno de las políticas no convencionales; por ejemplo, cuando empezó a comprar activos en respuesta a la pandemia de COVID‑19. Aunque rechaza erigirse en árbitro de ganadores y perdedores, ya lo está haciendo: quienquiera que posea activos incluidos en sus programas de compra termina ganando.
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