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Europa, tenemos un problema

BRUSELAS – El potencial de la revolución digital para crear nuevas oportunidades de crecimiento, transformar nuestras economías y sostener la transición verde depende en gran medida de tecnologías que, literalmente, no están en este mundo. Los modernos servicios automatizados y aplicaciones de inteligencia artificial necesitan para su funcionamiento datos inmediatos y precisos provistos por tecnologías espaciales (sistemas de navegación global, observación de la Tierra, seguimiento de datos ambientales y comunicación satelital).

Esto se aplica a la agricultura, el transporte, la energía, la defensa e incluso las finanzas. Los agricultores dependen de los satélites para tomar decisiones acerca de qué cultivos plantar y cuándo; barcos, aviones, trenes y automóviles usan datos satelitales para desplazarse en forma segura y eficiente. Las empresas de energía necesitan de los satélites para supervisar el funcionamiento de sus redes y mantenerlas; y los servicios financieros usan la información exclusiva que proveen como base para las decisiones de inversión y para el registro temporal preciso de las transacciones.

La Unión Europea ha hecho grandes inversiones en el área, a través de proyectos de varios miles de millones de euros como Galileo y EGNOS (Servicio Europeo de Navegación por Superposición Geoestacionario); el sistema de observación de la Tierra Copernicus; y el programa de comunicaciones seguras por satélite GOVSATCOM. Europa también puede hacer alarde de muchas empresas que están a la vanguardia de la innovación espacial. Pero la inversión europea en tecnologías espaciales (en particular, en sectores estratégicos de veloz crecimiento como el de drones y soluciones de consumo) está rezagada respecto de otros lugares, como Estados Unidos y Asia.

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