TUBINGEN –Muchos dicen que la crisis financiera mundial no se podía haber previsto. Quizás no por los financistas y economistas, pero otros que observaban lo que ocurría en los mercados estaban más que preocupados.
Ya en 1997, planteé mi preocupación de que se repitiera un colapso del sistema económico similar al de 1929-1933 en mi libro Una ética mundial para la economía y la política : “El más ligero comentario, por ejemplo del Presidente del Banco federal Estadounidense Allan Greenspan a comienzos de diciembre de 1996, de que una “exuberancia irracional” había llevado a una sobrevaluación de los mercados financieros, fue suficiente para que los nerviosos inversionistas de los mercados de alto vuelo de Asia, Europa y América entraran en caída libre y, presas del pánico, vendieran sus acciones. Esto también muestra que las crisis en la globalización no se equilibran a priori, sino que quizás empeoren progresivamente."
En ese entonces ya aventuraba el que para los economistas era un planteamiento herético: que la teoría del caos se debía aplicar a la economía; que de las más pequeñas causas pueden derivar efectos devastadores. No se podía descartar de modo alguno "un retorno de la crisis económica mundial y el colapso del orden económico mundial de 1929-1933".
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Given strong odds that we will face another pandemic, the international community is rightly engaged in discussions about how to do better next time. But the latest United Nations agreement on the issue offers mere platitudes, rather than the kind of concrete measures needed to stay ahead of a new pathogen.
explains what governments need to do to demonstrate that they are taking the threat seriously.
While China was an early mover in regulating generative AI, it is also highly supportive of the technology and the companies developing it. Chinese AI firms might even have a competitive advantage over their American and European counterparts, which are facing strong regulatory headwinds and proliferating legal challenges.
thinks the rules governing generative artificial intelligence give domestic firms a competitive advantage.
TUBINGEN –Muchos dicen que la crisis financiera mundial no se podía haber previsto. Quizás no por los financistas y economistas, pero otros que observaban lo que ocurría en los mercados estaban más que preocupados.
Ya en 1997, planteé mi preocupación de que se repitiera un colapso del sistema económico similar al de 1929-1933 en mi libro Una ética mundial para la economía y la política : “El más ligero comentario, por ejemplo del Presidente del Banco federal Estadounidense Allan Greenspan a comienzos de diciembre de 1996, de que una “exuberancia irracional” había llevado a una sobrevaluación de los mercados financieros, fue suficiente para que los nerviosos inversionistas de los mercados de alto vuelo de Asia, Europa y América entraran en caída libre y, presas del pánico, vendieran sus acciones. Esto también muestra que las crisis en la globalización no se equilibran a priori, sino que quizás empeoren progresivamente."
En ese entonces ya aventuraba el que para los economistas era un planteamiento herético: que la teoría del caos se debía aplicar a la economía; que de las más pequeñas causas pueden derivar efectos devastadores. No se podía descartar de modo alguno "un retorno de la crisis económica mundial y el colapso del orden económico mundial de 1929-1933".
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