buruma193_Daro SulakauriGetty Images_russians leaving Daro Sulakauri/Getty Images

Los que se van, los que se quedan

NUEVA YORK – No se sabe a ciencia cierta cuántos rusos se fueron del país desde el inicio de la guerra en Ucrania. Algunos dicen más de un millón, otros menos. Pero tal vez, la cifra exacta sea menos importante que el calibre de los que se van. Muchos de los emigrados son parte de la población más instruida: escritores, informáticos, periodistas, cineastas, músicos, académicos, actores, etcétera.

Algunos se van porque no tienen otra alternativa. Periodistas que criticaron la guerra (como Yevguenia Albats, editora de la revista Los nuevos tiempos) tuvieron que huir para que no los arrestaran por difundir «noticias falsas» o ser «agentes extranjeros». Otros se van porque la vida en la Rusia de Putin se les ha vuelto insoportable.

Olga Smirnova, prima ballerina del Ballet Bolshói, se mudó a Ámsterdam, y declaró que «jamás hubiera pensado» que iba a estar «avergonzada de Rusia», pero que la guerra le hacía imposible quedarse. Cientos de miles de varones jóvenes huyeron antes de la reciente «movilización parcial» ordenada por el presidente Vladímir Putin, para no correr riesgo de que los enviaran a combatir en una guerra que no pidieron.

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