PRAGA/NAIROBI – Pronto podremos dar una identidad digital a cada uno de los animales salvajes que pertenezcan a especies en peligro de extinción. En la actualidad, el único valor económico de esos animales es el de sus cuerpos procesados. Si les damos un monedero digital vinculado a su identidad y la capacidad de gastar dinero para su propia protección, podríamos mejorar sus vidas y posibilidades de supervivencia.
Los grandes simios, entre ellos, los gorilas, chimpancés y bonobos, son los candidatos ideales iniciales para un enfoque de «dinero interespecie». Solo sobreviven 700 000 de nuestros primos evolutivos más cercanos y la cantidad decrece rápidamente: imaginen una población equivalente a la de Washington D. C. dispersa en bosques a lo largo de caminos polvorientos, o en los límites de miles de aldeas aisladas, pobres y en rápido crecimiento. Los humanos y los grandes simios no convivimos bien en la era industrial, pero podemos hacerlo mejor en la posindustrial.
Nuestra propuesta es comenzar con los orangutanes. De estos simios rojos e inteligentes solo quedan 120 000 vivos en sus hábitats boscosos de Sumatra y Borneo. Aunque desde el año 2000 se destinaron 1000 millones de dólares a protegerlos, más de 100 000 desaparecieron debido a la deforestación, el hostigamiento y las matanzas durante ese período. La situación pudo ser peor —aproximadamente 135 000 orangutanes hubieran muerto de no haber habido esfuerzos de conservación—, pero difícilmente podamos considerar que las inversiones fueron exitosas.
La lógica para la conservación de los orangutanes es bastante simple. Los simios comparten su hábitat con personas que se ganan la vida con cultivos y productos del bosque. Ambos quieren los mismos productos... y surgen conflictos. Pedir a quienes viven en los bosques que toleren a sus vecinos orangutanes no es suficiente, tienen que esa actitud será rentable. Pero es poco el dinero para conservación que llega a la primera línea, donde puede lograr el mayor efecto.
Aquí es donde la tecnología nos ofrece nuevas posibilidades para una mejor protección de la vida no humana en la Tierra. Del lado del hardware, una explosión cámbrica en la computación, el almacenamiento de datos, los teléfonos inteligentes, cámaras, sensores, drones, robots terrestres, satélites y genómica nos permite rastrear a la naturaleza con más definición y a menor costo. Del lado del software, los avances en la inteligencia artificial, las plataformas de juegos para la construcción de metaversos y las soluciones de gobernanza a través de la criptografía distribuida y las cadenas de bloques nos permitirán representar a otras especies en línea de manera completamente novedosa.
Hay gran cantidad de dinero disponible en criptomonedas para probar una nueva «tokenomía» para la naturaleza; los criptoinnovadores son extremadamente exitosos a la hora de crear escasez digital cuyo valor aumenta. Es inevitable que la escasez de las especies en peligro de extinción se convierta en una clase de activos para los poseedores de criptomonedas. La cuestión es cómo encarar esta cuestión de manera útil para las especies y quienes las cuidan.
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Planeamos dotar de fondos a los primeros monederos digitales para orangutanes con lo obtenido de la venta de vales digitales no fungibles (NFT, por su sigla en inglés). Para cada monedero habrá científicos y otros firmantes a cargo de las decisiones para proteger a los orangutanes. Con el tiempo, el proceso se tornará «schrödingeriano»: se creará una un monedero cuando se confirme el primer avistamiento de un simio. La gente recibirá dinero interespecie de los fondos en los monederos cuando adhiera a normas simples y verificables. Esas normas serán determinadas por los orangutanes (o, más precisamente, por las personas y los representantes informáticos de sus necesidades). Esto podría incluir tareas como «observarme a lo largo del tiempo», «dejar mi árbol tranquilo» y «no matarme».
El gasto actual para la conservación es de USD 1,30 por día por orangután salvaje. Creemos que dotar a los monederos de los orangutanes con un dólar diario sería algo transformador en la mayoría de las situaciones. Cuatrocientos dólares al año es más de lo que un niño en las comunidades circundantes puede esperar en términos de asistencia para el desarrollo, pero la supervivencia de los orangutanes es tan precaria que ese desequilibrio puede estar justificado. Además, como el dinero interespecie vincula explícitamente a los animales no humanos con sus protectores humanos, gran parte del dinero de los monederos será transferido a los granjeros y sus hijos como pago por obtener datos o compensación por los daños a los cultivos.
Si logramos que el dinero interespecie funcione para los orangutanes, también puede hacerlo para otros grandes simios, especialmente el gorila occidental de llanura, buscado por su carne en los bosques del Congo. Y otras de las especies que podrían recibir dinero interespecie inicialmente podrían ser los dugones, las jirafas y las orcas. De los mamíferos, más carismáticos, el dinero interespecie podría pasar a las poblaciones de árboles, pájaros e incluso insectos y microbios. Podría surgir una moneda digital para otras especies, que funcionaría como un banco central de biodiversidad. De manera separada, los NFT de las especies raras podrían constituir una reserva de valor para financiar a esa institución.
La amenaza a los grandes simios nos recuerda nuestra falta de ambición a la hora de proteger a otras especies en términos más amplios. Con el crecimiento de las poblaciones humanas, los simios solo pueden sobrevivir si la gente accede a vivir pacíficamente junto a ellos. Pagar, de manera clara y continua, a la gente más pobre que vive junto a la mayor biodiversidad es una manera de lograrlo.
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In the United States and Europe, immigration tends to divide people into opposing camps: those who claim that newcomers undermine economic opportunity and security for locals, and those who argue that welcoming migrants and refugees is a moral and economic imperative. How should one make sense of a debate that is often based on motivated reasoning, with emotion and underlying biases affecting the selection and interpretation of evidence?
To maintain its position as a global rule-maker and avoid becoming a rule-taker, the United States must use the coming year to promote clarity and confidence in the digital-asset market. The US faces three potential paths to maintaining its competitive edge in crypto: regulation, legislation, and designation.
urges policymakers to take decisive action and set new rules for the industry in 2024.
The World Trade Organization’s most recent ministerial conference concluded with a few positive outcomes demonstrating that meaningful change is possible, though there were some disappointments. A successful agenda of reforms will require more members – particularly emerging markets and developing economies – to take the lead.
writes that meaningful change will come only when members other than the US help steer the organization.
PRAGA/NAIROBI – Pronto podremos dar una identidad digital a cada uno de los animales salvajes que pertenezcan a especies en peligro de extinción. En la actualidad, el único valor económico de esos animales es el de sus cuerpos procesados. Si les damos un monedero digital vinculado a su identidad y la capacidad de gastar dinero para su propia protección, podríamos mejorar sus vidas y posibilidades de supervivencia.
Los grandes simios, entre ellos, los gorilas, chimpancés y bonobos, son los candidatos ideales iniciales para un enfoque de «dinero interespecie». Solo sobreviven 700 000 de nuestros primos evolutivos más cercanos y la cantidad decrece rápidamente: imaginen una población equivalente a la de Washington D. C. dispersa en bosques a lo largo de caminos polvorientos, o en los límites de miles de aldeas aisladas, pobres y en rápido crecimiento. Los humanos y los grandes simios no convivimos bien en la era industrial, pero podemos hacerlo mejor en la posindustrial.
Nuestra propuesta es comenzar con los orangutanes. De estos simios rojos e inteligentes solo quedan 120 000 vivos en sus hábitats boscosos de Sumatra y Borneo. Aunque desde el año 2000 se destinaron 1000 millones de dólares a protegerlos, más de 100 000 desaparecieron debido a la deforestación, el hostigamiento y las matanzas durante ese período. La situación pudo ser peor —aproximadamente 135 000 orangutanes hubieran muerto de no haber habido esfuerzos de conservación—, pero difícilmente podamos considerar que las inversiones fueron exitosas.
La lógica para la conservación de los orangutanes es bastante simple. Los simios comparten su hábitat con personas que se ganan la vida con cultivos y productos del bosque. Ambos quieren los mismos productos... y surgen conflictos. Pedir a quienes viven en los bosques que toleren a sus vecinos orangutanes no es suficiente, tienen que esa actitud será rentable. Pero es poco el dinero para conservación que llega a la primera línea, donde puede lograr el mayor efecto.
Aquí es donde la tecnología nos ofrece nuevas posibilidades para una mejor protección de la vida no humana en la Tierra. Del lado del hardware, una explosión cámbrica en la computación, el almacenamiento de datos, los teléfonos inteligentes, cámaras, sensores, drones, robots terrestres, satélites y genómica nos permite rastrear a la naturaleza con más definición y a menor costo. Del lado del software, los avances en la inteligencia artificial, las plataformas de juegos para la construcción de metaversos y las soluciones de gobernanza a través de la criptografía distribuida y las cadenas de bloques nos permitirán representar a otras especies en línea de manera completamente novedosa.
Hay gran cantidad de dinero disponible en criptomonedas para probar una nueva «tokenomía» para la naturaleza; los criptoinnovadores son extremadamente exitosos a la hora de crear escasez digital cuyo valor aumenta. Es inevitable que la escasez de las especies en peligro de extinción se convierta en una clase de activos para los poseedores de criptomonedas. La cuestión es cómo encarar esta cuestión de manera útil para las especies y quienes las cuidan.
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El gasto actual para la conservación es de USD 1,30 por día por orangután salvaje. Creemos que dotar a los monederos de los orangutanes con un dólar diario sería algo transformador en la mayoría de las situaciones. Cuatrocientos dólares al año es más de lo que un niño en las comunidades circundantes puede esperar en términos de asistencia para el desarrollo, pero la supervivencia de los orangutanes es tan precaria que ese desequilibrio puede estar justificado. Además, como el dinero interespecie vincula explícitamente a los animales no humanos con sus protectores humanos, gran parte del dinero de los monederos será transferido a los granjeros y sus hijos como pago por obtener datos o compensación por los daños a los cultivos.
Si logramos que el dinero interespecie funcione para los orangutanes, también puede hacerlo para otros grandes simios, especialmente el gorila occidental de llanura, buscado por su carne en los bosques del Congo. Y otras de las especies que podrían recibir dinero interespecie inicialmente podrían ser los dugones, las jirafas y las orcas. De los mamíferos, más carismáticos, el dinero interespecie podría pasar a las poblaciones de árboles, pájaros e incluso insectos y microbios. Podría surgir una moneda digital para otras especies, que funcionaría como un banco central de biodiversidad. De manera separada, los NFT de las especies raras podrían constituir una reserva de valor para financiar a esa institución.
La amenaza a los grandes simios nos recuerda nuestra falta de ambición a la hora de proteger a otras especies en términos más amplios. Con el crecimiento de las poblaciones humanas, los simios solo pueden sobrevivir si la gente accede a vivir pacíficamente junto a ellos. Pagar, de manera clara y continua, a la gente más pobre que vive junto a la mayor biodiversidad es una manera de lograrlo.
Traducción al español por Ant-Translation