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Descolonizar la academia africana

EDINBURGO – Los observaciones y la investigación académica sobre distintos países africanos pintan un panorama decididamente mixto. Sin embargo, las conclusiones a las que arriban, independientemente de que presenten horizontes brillantes o sombríos para dichos países de manera individual, tienden a compartir un mismo enfoque ahistórico.

El África contemporánea es en gran medida un producto del colonialismo, y cualquiera que sea el ámbito en el que uno se enfoque – ya sea el ámbito económico o político, el religioso o geográfico – se encontrará huellas de dicho colonialismo. Un claro ejemplo es la práctica de la democracia en África. A pesar de todas sus promesas, en la mayoría de los países africanos la gobernanza democrática ha tenido que enfrentar dificultades para cumplir con sus compromisos.

Una razón es que la democracia tiene sus raíces en principios (libertad, individualismo, solidaridad, igualdad) que pueden significar cosas distintas en contextos distintos. Las preferencias, valores y creencias integrados tienden a brindar información a las prácticas y políticas a través de las cuales se promulga la democracia. Por lo tanto, en su calidad de un conjunto incorporado de prácticas y políticas, la democracia puede compararse con una tecnología.

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