

From semiconductors to electric vehicles, governments are identifying the strategic industries of the future and intervening to support them – abandoning decades of neoliberal orthodoxy in the process. Are industrial policies the key to tackling twenty-first-century economic challenges or a recipe for market distortions and lower efficiency?
PRINCETON – No hay dudas de que el coronavirus es una emergencia global, como tampoco de que los gobiernos la utilizarán para ampliar sus poderes. Y una vez la amenaza haya pasado, es probable que algunos de ellos no renuncien a esos nuevos poderes.
Resulta crucial que los partidos de oposición concuerden en términos generales con las medidas para enfrentar lo que parece una excepcional crisis de salud pública. Pero la línea entre gobierno y oposición no se puede difuminar en nombre de la “unidad nacional”. Las críticas de los líderes de la oposición no se deberían descalificar como “peleas intestinas” ilegítimas. Y se debe fortalecer, no debilitar, los mecanismos que permiten que la oposición haga rendir cuentas a los gobiernos por sus medidas.
Las emergencias tienen dos efectos: en los estados democráticos, concentran el poder en el ejecutivo. Por lo general, los líderes que reclaman nuevos poderes pueden contar con el apoyo de los ciudadanos. Incluso el Presidente estadounidense Donald Trump, cuyo desempeño ha sido desastroso desde el comienzo, se está beneficiando de una dinámica de unidad nacional frente a la crisis.
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